- Por Jesús M.ª Burgos Giraldo.
Día: 6 de junio de 2006
Indecencias
Creí que yo había llegado al límite del asombro, me lo creí como tantas cosas que uno creía y en las que ya no cree. Que la vida te da los palos por donde a veces no los esperas y de quienes menos los esperas, parece cosa ya establecida como regla inexorable. No esperes el agradecimiento, ni siquiera la consideración de quien no te la ha tenido nunca… Bueno, que me voy por otros lados.
Una cadena “privada” de televisión lanza un “producto”, como tantos otros ya en antena, de bajísimo contenido en el que predominan dos supuestos ganchos mediáticos, el que en él intervienen “personajes famosos” y en que los confinan para convivir en un “hotel”. Bien, es un programucho con una estructura endeble y apto para cabezas de debilidad mental o que no tengan otra cosa que hacer. Libertad hay para verlo (o no).
penaga@hotmail.com
Cronicón impertinente
Por fin llegó el gran día,
por fin la hora es llegada.
Aquí, confluyen caminos,
aquí, en esta explanada,
ante un Cristo Rey de piedra
que, desde su alta fachada,
contempla la escudería
de coches caros, de “haigas”,
que, los otrora zagales
de modesta indumentaria,
“calzan” ahora, ya viejos,
las testas mondas o blancas,
y las lisas barriguillas
de nuestra común infancia,
por bodas y por bautizos,
hechas ya lustrosas panzas.
Pero dejemos un tema
que da para muchas páginas
y veamos la concurrencia
que aquí está congregada.
Desde la nevada Helvecia
arribó Antonio Lara,
catedrático eminente
de nuestra lengua en Lausana.
Mesié de Vos, el políglota,
del bracete con su dama,
ha venido, nada menos,
desde las Islas Británicas.
Dionisio, de Barcelona,
que está también retirada
y Burgos de la meseta,
la meseta castellana.
Como no sería prudente
alejar nuestras moradas,
por presumir que venimos
de perdidas lontananzas,
los demás nos acercamos
cada cual desde su casa:
Córdoba, Sevilla, Cádiz,
Jaén, Almería, Málaga…
y otra docena de sitios,
hasta Úbeda sagrada.
Jesús Mendoza abandera
la estirpe de Villoslada,
semilla de estos trigales
injustamente olvidada.
Su calurosa presencia,
su modestia y su palabra
son la mejor credencial
de que estamos en la Safa.
De don Isaac Melgosa,
la noble testa nevada,
nos trae de nuevo los ecos
de nuestras misas cantadas:
todos tan endomingados,
con las camisitas blancas,
formalitos y devotos,
llenando el aire de “hosannas”.
Si son todos los que están,
algunos que son no estaban.
Se nota el hueco que dejan
amigos que se esperaban;
pero los nuevos que llegan
con su fe y su palabra,
hicieron que las ausencias
nos fueran menos amargas.
(Por dificultades técnicas,
al no ser premeditada
la idea de hacer la crónica,
doy la lista por cerrada.
Dense, pues, por apuntados
los que presentes estaban;
y aquellos que no vinieron
¡que sea su última falta!).
Y hablando de las señoras,
qué más diré en su alabanza
sino que con su presencia
hacen la reunión tan guapa,
que más de uno quisiera
seguir allí con la cháchara
y olvidarse de ponencias,
asociaciones y gaitas.
Atar de nuevo aquellos viejos nudos
Estáis aquí, venidos del lejano
Jardín de la memoria: calvos, viejos,
Gordos, flacos, sin dientes, flor de hollejos;
Con achaques sin fin os dais la mano.
Lucís, lo mismo en traje que en tejano,
Glorias que no devuelven los espejos.
Decid, ¿qué luz os presta sus reflejos?,
¿Qué primavera os brinda otro verano?
Estáis aquí, alegres, revoltosos,
Olvidados de artritis y estornudos,
Sobrepeso y diabetes. Generosos
Muchachos convertidos en sesudos
Señores. Estáis aquí, deseosos
De atar de nuevo aquellos viejos nudos.
Aquellos niños son estos olivos
Una gran alegría
Vivencias
«Ad maiora natus sum». 1958
…Todas estas relaciones extra Safa, sabrosas y confortantes, me levantan el ánimo. Pero eran compensaciones al margen de mi vida profesional. La profesión ante Dios y la propia conciencia ha de justificar el hecho de vivir. Y cuando la responsabilidad es el último criterio determinante, sobrepasa el modus vivendi. El manoseado ad maiora natus sum no apunta únicamente a valores celestiales. Incluye madurez, creatividad, autorrealización. Taponar ese proceso al ser humano es condicionarle al desencanto, al desajuste y la minusvalía… Y esta era mi situación. El trabajo que yo desempeñaba en Úbeda era manejo, trasiego de gente y presencia disuasoria. Ni una iniciativa, proyectos, ni riesgo alguno… Hoy como ayer, mañana como hoy… siempre igual… Ya no era cuestión de desdoro social y penuria económica. Era condena a un reduccionismo personal sin otra contrapartida que la generosidad divina… Yo me rebelaba íntimamente: estoy resistiendo a los encantos y posición de Isadora por no uncirme… y me someto a ser un vigilante vigilado a las órdenes de un “curilla” inmaduro…
Nieblas y remembranzas…
Como por inercia yo regresaba a Úbeda con más pena que esperanza. Todo igual. Los interminables pasillos de paredes grises, desnudas… Fríos, monótonos, mudos… El nuevo 1956 no había cambiado ni ensanchado nada. Lo único que seguía maravillosamente igual eran la luz de los patios, el panorama del valle, abundoso en rebaños de olivos, y el alma transparente de los chicos…