Día del Antiguo Alumno SAFA 2024

Queridos compañeros safistas:

Ya se aproxima la fecha que cada año reúne a los Antiguos Alumnos de la SAFA, y a la que estamos todos convocados.

Día del Antiguo Alumno SAFA 2024

 Viernes, 7 de junio: 18:00 h.: Colegio SAFA: (Explanada, Patio de columnas)

 Recepción, Bienvenida y Saludo.

Reunión por grupos de las distintas PROMOCIONES asistentes. (A tal fin las aulas del colegio estarán a nuestra disposición).

20:30 h.: Paseo reencuentro con la ciudad

Ruta de la tapa por Úbeda (Por cuenta propia)

Sábado 8 de Junio:

10:00 h.: Parroquia San Juan Bautista (Colegio SAFA). Celebración Eucarística.

10:45 h.: Explanada, Patio de Columnas

Foto de familia. Foto de grupos.

11:30 h.: Salón de Actos

Acto Institucional:

Presenta el acto. D. Pedro Mora Figueroa

 Bienvenida por parte de:

Dª Antonia Olivares Martínez.

Alcaldesa del Excmo. Ayuntamiento de Úbeda

Felipe Sánchez Sánchez.

Director Área de Proyectos y Comunicación FUNDACIÓN SAFA

Francisco Javier López Salido.

Gerente SAFA Úbeda

INTERVENCIONES Promociones 50 ANIVERSARIO:

Antonio Piñar Gallardo y Antonio Cuevas Rodríguez MAESTRIA 1974

(Pendiente de asignar)  MAGISTERIO 1974

AGRADECIMIENTOS:

José Luis Rodríguez Sánchez

Presidente de AAMSU (Antiguos Alumnos de Magisterio)

Francisco Bordés Ruiz.

Presidente de la Coordinadora de AA.AA. SAFA

CLAUSURA:

Francisco de Asís del Barco Aumesquet S.J.

Director General (Rector) – FUNDACIÓN SAFA

14:30 h.: HOTEL Ciudad de Úbeda “Salón Los Cerros”

Almuerzo concertado por la organización.

Inscripciones para la comida:

https://recreo.es/2024/03/11/inscripcion-para-la-comida-del-dia-8-de-junio-sabado-en-el-ciudad-de-ubeda/

En la misma web, aparece el menú (35 €) y los hoteles de Úbeda.

Vamos a inscribirnos TODOS!

Rumbo incierto, 1

23-04-04.

[…] Era su día. Y para ese día, en honor de sí mismo, se preparó unos torneos. Tablas de gimnasia, canciones… Y una liguilla de fútbol a cinco encuentros ininterrumpidos… Como él era, además del homenajeado, organizador y jurado, por eso de que los goles cantan, pensé que solamente en fútbol podíamos tener alguna esperanza.

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«Ad maiora natus sum». 1958

…Todas estas relaciones extra Safa, sabrosas y confortantes, me levantan el ánimo. Pero eran compensaciones al margen de mi vida profesional. La profesión ante Dios y la propia conciencia ha de justificar el hecho de vivir. Y cuando la responsabilidad es el último criterio determinante, sobrepasa el modus vivendi. El manoseado ad maiora natus sum no apunta únicamente a valores celestiales. Incluye madurez, creatividad, autorrealización. Taponar ese proceso al ser humano es condicionarle al desencanto, al desajuste y la minusvalía… Y esta era mi situación. El trabajo que yo desempeñaba en Úbeda era manejo, trasiego de gente y presencia disuasoria. Ni una iniciativa, proyectos, ni riesgo alguno… Hoy como ayer, mañana como hoy… siempre igual… Ya no era cuestión de desdoro social y penuria económica. Era condena a un reduccionismo personal sin otra contrapartida que la generosidad divina… Yo me rebelaba íntimamente: estoy resistiendo a los encantos y posición de Isadora por no uncirme… y me someto a ser un vigilante vigilado a las órdenes de un “curilla” inmaduro…

Cuando ya el curso iba bocabajo, acudí con todo esto al padre Rector. Y en sustancia le expuse que si mi cometido en la Safa estaba fijado en vivir y trabajar como un minus habens a las órdenes del maestrillo de turno, yo dejaba la Safa.

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Nieblas y remembranzas…

 

Como por inercia yo regresaba a Úbeda con más pena que esperanza. Todo igual. Los interminables pasillos de paredes grises, desnudas… Fríos, monótonos, mudos… El nuevo 1956 no había cambiado ni ensanchado nada. Lo único que seguía maravillosamente igual eran la luz de los patios, el panorama del valle, abundoso en rebaños de olivos, y el alma transparente de los chicos…

Yo sentía cierta pena callada. Me parecía que el tiempo se aburría. Que no se tomaban en cuenta las oportunidades que guarda en los pliegues de sus días. Y se dormía plomizo sobre el colegio y sus gentes. Reglamento, clases, textos y profesores invariables. Los mismos métodos, salarios y la misma comida… Todo igual.

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Por los cerros de Úbeda

Ya de noche me descargó un tren sucio y somnoliento en un apeadero. La sala de espera, pringosa de papeles y latillas estaba. Los servicios, repugnantes e inservibles… Con el alba comenzaron a pulular niños y mozos. Portaban bolsas y atadijos. Sus indumentos ya tiempo que habían perdido el apresto. Pero a casi todos les bailaba el alma en el cuerpo.
Efectivamente, eran gente de la Safa… Recuerdo al “Coli”, alias de F. Moreno, a Mondragón, Castroviejo, Marcelo, a Piña, Tarragó, Aguilera… Total, hace cuarenta y siete años… Ya no me dejaron hasta entrar en el patio de las columnas. Cuando, luego, vi en el comedor y recreos a todo el ganado suelto, sentí miedo, rechazo, repulsa… Suspiré por mis latinos y retóricos de Comillas… Y pensé que nunca me haría yo con aquellas hordas. Menos mal que yo era un a modo de “machacante” del maestrillo responsable, que era el padre Wenceslao. Literariamente yo era devoto de Wenceslao F. Flores, Y ya por esto, no más, me caía bien mi “sargento”. Era ambidextro… Y no dejaba que se le entumecieran…

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Maravilloso «striptease»

“Arbor honoretur cuius nos umbra tuetur”.
Los árboles I
Cerca de mi casa, y pegada al arroyo de mis correrías infantiles, había una chopera. Breve y estrecha. Suficiente para acoger entre sus hojas pájaros y cigarras. Eran chopos canadienses, de tronco liso y erguido. En ellos aprendí a trepar hasta que su fronda me ocultaba por completo. Con cinco o seis años allí descubrí mi primer nido. Era de colorines. Fue como un sello de ternura troquelado sobre mi sensibilidad infantil.
A doscientos o trescientos pasos, tras una cerca, había otros árboles mucho más altos y frondosos. Cuando, uno o dos años adelante, me atreví a saltar el cercado, vi que también eran chopos. De hoja más pequeña y de un verde más oscuro. Imposibles de escalar. Su tronco, rugoso y cortezudo, estaba arropado desde la base por ramas fuertes y tupidas. Eran chopos castellanos.

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Por las rutas del sol, y 2

 

11-07-04.

Mis alumnos con los suspensos de Junio aumentaron. Ya saltaba yo las treinta mil pesetas. ¡Capitán General! Dormía en el colegio y hacía las comidas en el Gran Hotel. Fuera yo casi contento… Pero en la casa del pobre… Enseguida me llamó el Rector. Nada más entrar, bronca por haber andado esos mundos de Dios arrastrando el honor de la Safa… Malviviendo y hurtando como gitanos…

Hasta trémolos y gallos le hacía su voz argentina… Estaba muy alterado. Y yo dudaba si acercarme, darle unas palmadas en el cuello y serenarle diciéndole:

 

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Por las rutas del sol, 1

 

22-06-04.

¡Penas al viento! Y con veinte de los míos nos echamos a las carreteras… Granada, Málaga, Almería… En mi afán de curtirles, proyecté unos días de bohemia. Además de practicar dureza espartana, probaríamos técnicas de supervivencia… Que muy apropiadas son para la propia seguridad en sí mismos. ¡Bendito Dios! Que hasta del vagamundeo bien llevado se puede tomar gozo y crecimiento.

 

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Rumbo incierto, y 2

 

02-06-04.

 

[…] Y gracias a estos manejos y regates de supervivencia, a mediados de octubre tuvimos el primer camping. Y conseguimos que aquel celoso administrador (“moyo, moyo, moyo…”), en lugar de agorgojadas legumbres… nos abonase el importe en pesetas. Pocas eran…, pero el gerente del comercio de la División, de ancestros hebraicos, ordeñaba las piedras… Y redondeando los precios, algo aportaba. Que con otras contribuciones, nos permitía además de huevos, torreznos, aceite, vino y arroz, sorprender el inicio de la comida con apetitosos platos de entremeses.

 

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