18-05-05.
Antonio Lara Pozuelo.
¡Buenas noches, amigos del Rincón! ¿Qué tal le va a los sevillanos tras las festolinas rocieras? ¡Qué salud! (que decían en mi pueblo) Es que no paráis desde Semana Santa. Y además, como er Beti. Pues nada, ¡a descansar, que bien merecío lo tenéis!
Porque hay que ver lo que se suda transportando a la Blanca Paloma entre tanto gentío que no para de querer encaramarse al techo. Vamos, que casi ponen patas arriba el paso, como se pudo ver el otro día en el canal de la tele-europa con el sibilino subtítulo de «No comment». El mismo que le ponen cuando alguna «barbaridad» sucede en nuestro mundo porque con las imágenes basta.
A veces me tienta enviar de vez en cuando al Rincón lo que se podría llamar la Crónica Helvética, cuando alguna noticia sabrosa nos llega de España o que, siendo de aquí, se refiere a España.
Por ejemplo, hoy y por correo electrónico, me ha enviado un amigo gallego (que vive a unos kilómetros de mi casa) estos versos que transcribo:
«(Con motivo de la aprobación del llamado "matrimonio homosexual", aparecieron en los periódicos unas encantadoras fotos de Pedro Zerolo -líder del "movimiento gay", concejal del Ayuntamiento de Madrid y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE- besando a Gaspar Llamazares y a López Aguilar, ministro de Justicia).
Que no, que yo no claudico;
que no, que yo no me pliego;
que no, que no, que me niego
a que ese ondulado chico
pegue a mi cara su hocico
de talludito amapolo…
¡que no me bese Zerolo!
Que me da igual que se afeite,
vaya con pluma o implume,
lleve after shave o perfume,
o suelte olor a ajoaceite.
Que renuncio a tal deleite,
aunque obligue el protocolo…
¡que no me bese Zerolo!
Que le ofrezca su cachete
el tal López Aguilar;
que a Llamazares, Gaspar,
sus ósculos le encasquete:
que mi varonil moflete
¡que no me bese Zerolo!
Que me da igual si es soltero
o está unido en mariconio.
Que antes me bese el demonio
(o Rodríguez Zapatero).
Pero este no, que no quiero…
¡Me sublevo y me enarbolo!
¡Que no me bese Zerolo!».
que no, que yo no me pliego;
que no, que no, que me niego
a que ese ondulado chico
pegue a mi cara su hocico
de talludito amapolo…
¡que no me bese Zerolo!
Que me da igual que se afeite,
vaya con pluma o implume,
lleve after shave o perfume,
o suelte olor a ajoaceite.
Que renuncio a tal deleite,
aunque obligue el protocolo…
¡que no me bese Zerolo!
Que le ofrezca su cachete
el tal López Aguilar;
que a Llamazares, Gaspar,
sus ósculos le encasquete:
que mi varonil moflete
¡que no me bese Zerolo!
Que me da igual si es soltero
o está unido en mariconio.
Que antes me bese el demonio
(o Rodríguez Zapatero).
Pero este no, que no quiero…
¡Me sublevo y me enarbolo!
¡Que no me bese Zerolo!».
Gracia -y malaleche machista- tiene el anónimo versificador. A mi vez, y para corresponder a mi amigo gallego le respondí con este