Un paseo por la huella judía de Úbeda (1)

(Nota aclaratoria: el próximo sábado, 25 de noviembre, tras la asamblea de socios y la comida, haremos una visita guiada a la Sinagoga del agua, emblema de la herencia judía en Úbeda. Para ir abriendo boca, aquí van estos dos artículos)

Una ciudad monumental como Úbeda es visitada por miles de turistas que en muchos casos realizan una visita aleatoria con su plano turístico o el móvil en mano, y otros en grupo con un guía llevándoles al trote por su amplio repertorio monumental. Dejaremos para mejor ocasión algunos comentarios sobre uno y otro caso, que a todos se nos ocurren algunas anécdotas. Traigo ahora a cuento una forma bien distinta de ver una ciudad histórica: seguir las huellas de la “otra” historia, la que dejaron las minorías (sean éstas religiosas, étnicas, sociales o económicas), que no pasa por las grandes catedrales o palacios y que a menudo hay que buscarla en los barrios pobres.

Sinagoga de Salomón

Este es el caso de una ruta por las huellas de la que debió ser una de las mayores juderías hispanas (realmente no había una sino tres juderías: en el barrio del Alcázar, en el de San Pablo y en la zona de Santo Tomás) en los siglos XII-XIII, coincidiendo con los últimos años  musulmanes y los primeros tras la definitiva conquista cristiana en 1234, reinando Fernando III, gracias a una acción conjunta de las órdenes de Santiago y Calatrava.

Pero Úbeda ya había sido tomada anteriormente por Alfonso VIII en 1212, tras la debacle almohade de Las Navas, cuando miles de soldados que huyeron del campo de batalla se refugiaron en la ciudad amurallada más cercana que encontraron en su huida. Pero su gran número se convirtió en su mayor debilidad: nadie tuvo la previsión de acopiar provisiones para una población que se duplicó en pocos días, por lo que la presencia del ejército cristiano ante sus muros les llevó a la rendición pactada, ante el riesgo de hambruna. Desgraciadamente para los cristianos, en 1214 Castilla sufre considerables problemas internos y Alfonso VIII se tiene que replegar sin poder dejar organizado el territorio, con lo que Úbeda es reconquistada por Cidi Mohamed y todas las ciudades de la zona vuelven a manos musulmanas. La diferencia es que tras las Navas la puerta de Al Andalus estaba abierta.

Úbeda medieval

Hasta 1230 no encontramos una Castilla unida y dinásticamente fuerte (sí eclesiásticamente) para volver a emprender la conquista andaluza, con un Fernando III enérgico que gobierna ya en los dos reinos unificados (Castilla y León) que jamás se volverán a separar y que se prepara para iniciar una nueva guerra de conquista.

Mientras, el Imperio almohade está en descomposición, con rencillas sucesorias constantes.  El vencido en las Navas, Mohamed An-Nasir, se repliega a Rabat y bajo una profunda depresión abdica en su hijo Yusuf II en 1213. Este sube al trono con 16 años y fallece a los 27. Su hijo Al-Majhlu es asesinado nada más sentarse en el trono, y su hermano Al-Adil fue ahogado en el baño tres años más tarde. El imperio se divide entre Al Magreb y Al Andalus, momento que aprovecha Fernando III para empezar las grandes conquistas.

La existencia de población judía ubedí no se basa en restos arqueológicos definitorios (no queda ninguna construcción de cierto relieve) y apenas documental: el fuero de Úbeda cita la existencia de barrios judíos aunque tampoco es una fuente del todo fiable por cuanto es un fuero que proviene del de Cuenca y éste a su vez del de Sepúlveda. Como anécdota, dice que la feria de la ciudad debe de ser para Pentecostés, de lo cual no hay ninguna evidencia en libros de actas o en simples libros corales de que alguna vez se celebrara para esta fecha (cinquesma). Más seguro es que Úbeda no tuvo una judería como tal, sino diversas zonas repartidas por la ciudad (posiblemente las más pobres) en la que se asentaron los judíos. Así por ejemplo, el fuero cita la del barrio del Alcázar, tras la Colegiata, de la cual no quedó resto señalado alguno aunque recientemente se ha rehabilitado la Plazuela de la Judería, evocando la primitiva Sinagoga.

Plazuela de la Judería

Trazas de una gran sinagoga han aparecido en la calle de las Parras, lugar cercano a San Pablo, pero sin edificios referenciales en todo el barrio. Lo mismo puede decirse de la existencia de casas judías en el barrio de Santo Tomás, del que posteriormente se ocuparía una considerable parte en el siglo XVI para construir  la capilla de El Salvador.

En principio, las juderías de Úbeda son barrios seguros, protegidos por los gobernantes de turno que obtienen múltiples servicios de quienes las habitan. En época califal y almohade los judíos son mayoritariamente agricultores y pequeños artesanos. Sin embargo esta situación cambia en el siglo XIII tras la conquista castellana. El número de judíos aumenta y se ven sometidos a leyes discriminatorias que les prohíben, por ejemplo, tener esclavos cristianos o ser propietarios de tierras, con lo que trasladan su actividad al comercio, la artesanía, la recaudación de rentas o los préstamos. No obstante, la convivencia transcurre sin graves incidentes durante un tiempo, como lo demuestran los fueros de Baeza, Úbeda e Iznatoraf.

El rey Alfonso X se preocupa por facilitar la convivencia de las tres religiones, respetando los respectivos ritos, fórmulas, prácticas y costumbres de cada religión. Muestra de ello son Las Partidas,  en cuya ley segunda del título XXIV de la séptima Partida se ordena que los judíos vivan entre los cristianos mansa y pacíficamente, guardando su ley; y que así como deberán abstenerse de predicar y tratar de convertir a los cristianos para que se hagan judíos, éstos no deben ser inducidos ni molestados para que abracen la fe de Jesucristo, «ca Él no quiere ni ama servicio que le sea fecho por apremia«. (Ley sexta del título y Partida citados.)

Buen ejemplo es el decreto conservado en el Archivo Municipal de Úbeda, donde se fija el protocolo para las juras en las tres religiones. En particular, para los judíos es revelador: “… quando los judíos ouieren de yurar deuen la fazer desta manera: aquel  que demanda la yura al judío deue yr a la sinagoga con el judío que ha de yurar. Deue poner las manos sobre la tora con que fazen la oración e deuen la fazer delante de xtianos e judíos…

Códice 106 Archivo Histórico de Úbeda

Pero la chispa de la intolerancia estalla a rebufo de otras ciudades con el primer pogrom de 1391 (גזירות קנ»א) al que sucederán otros a lo largo de la década, iniciándose la diáspora que culminará con la expulsión de 1492.

Sin llegar a los extremos del libro “Úbeda en Sefarad” (que llega a afirmar que todas las familias hidalgas ubedíes son de origen judeoconverso) sí puede afirmarse que la comunidad judía tuvo gran peso económico en la vida local, con casas y sinagogas  en las tres juderías existentes, la principal en el barrio del Alcázar.

San Pedro

Podemos empezar la ruta en la plaza de S. Pedro, aunque solo sea para recordar que esta preciosa iglesia gótico-renacentista fue en su origen un oratorio mozárabe.

Dejando a un lado el Palacio de los Marqueses de la Rambla (hoy hotel de lujo) y bajando por la calle Cava (tan presente en las obras de Muñoz Molina) encontramos el torreón del Portillo del Santo Cristo, recientemente restaurado, antiguo ángulo o bastión de los Carbajales, familia de uno de los caballeros de la conquista que se adueñó de una gran casa judía adosada a la muralla.

Portillo del Santo Cristo o de los Carbajales

Justo detrás del torreón, accediendo por el portillo hallamos la primera de estas casas, del siglo XIII, con sendas estrellas de David entrelazadas en las enjutas de la portada, formando dos figuras de 12 puntas.

Casa de la doble estrella

Avanzamos en el barrio y encontramos una de las casas más conocidas, que incluso da nombre a la calle: Luna y Sol. La portada, con arco de medio punto, muestra los escudos del sol (a la izquierda) y la luna (derecha).

Casa de Luna y Sol. Detalles

En la clave, un escudo con dos torres con las puertas abiertas (ciudad conquistada, ya no hay peligro), flores de lis (la pureza de la mujer hebrea), dos estrellas de David entrelazadas (familias judías) y rematadas con una cruz del Calvario (conversos). Se conoce también como la casa del almojarife o del astrónomo.

Casa de Sol y Luna. Portada

Al lado, la casa del converso, con la estrella de David casi tapada por siglos de enjalbegado de cal (a la izquierda), junto a una cruz del Calvario (a la derecha), señal de su forzada conversión.

Casa del converso. Estrellas enjalbegadas

Saliendo a la plaza de San Lorenzo (otro espacio de la Mágina novelada) vemos la antítesis de estas fachadas, la casa del Capitán Medina, uno de los hidalgos conquistadores que ostenta orgulloso su escudo de nobleza ganada por las armas: cruces flordelisadas sobre medias lunas (victoria de las Navas de Tolosa).

Casa del Capitán Medina

No podemos dejar pasar la iglesia de San Lorenzo, abandonada durante décadas por la inacción del Obispado de Jaén y hoy felizmente recuperada gracias a la acción de la Fundación Huerta San Antonio y del vecindario. En el interior, entre muchos otros, un detalle perdido y recientemente rehabilitado: las antiguas pinturas que revisten el sotocoro de la iglesia, una estructura de madera a modo de alfarje plano, de estilo mudéjar con trazos de epigrafía árabe enmarcando el conjunto por uno de sus extremos y con reminiscencias judaicas. Realizadas en tonos bermellones, negros, pardos y amarillos, se combinan con gran imaginación y libertad. Las vigas y listones de madera que forman la tablazón (jácenas y jaldetas) presentan una decoración a base de lacería, motivos florales y dibujos geométricos, enmarcando lo más sobresaliente del alfarje: las tablas policromadas.

Alfarje del sotocoro de San Lorenzo

Muchas de ellas, sobre todo las que subsisten en la parte sur de dicha estructura, muestran motivos figurativos y heráldicos, pero nos centramos en una T (Tau), que fuentes sensacionalistas asocian nada menos que a los Caballeros Templarios, pero su origen es menos esotérico:

Tau del alfarje de San Lorenzo

la Tau, última letra del alfabeto hebreo, es una profecía del «último día» con la misma función de la letra griega Omega en el Apocalipsis. Pero en el Antiguo Testamento también tenía un valor simbólico, pues era el signo puesto en la frente de los pobres de Israel para salvarles así del exterminio (Libro de Ezequiel, 9, 4 a 6). El cristianismo la adopta a través de San Francisco de Asís, que además de la semejanza que la Tau tiene con la cruz, expresa la bienaventuranza de la pobreza, elemento sustancial de la forma de vida franciscana. Pero en realidad, este símbolo hace referencia a los antonianos, frailes de la Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, especializados en el cuidado de dolencias contagiosas, sobre todo del “fuego de San Antón”, una dolorosa culebrina provocada por un parásito de los cereales, y que abrieron un hospital en el mismo barrio, en la calle Afán de Rivera, en cuya portada aún puede verse el emblema en la clave de su portada.

Descansemos un momento, para seguir ruta en la próxima sesión, donde llegaremos al monumento que visitaremos tras la asamblea de asociados.

Un paseo por la huella judía de Úbeda (2)

 

Autor: José Luis Rodríguez Sánchez

Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio de la SAFA de Úbeda (AAMSU)

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