…Todas estas relaciones extra Safa, sabrosas y confortantes, me levantan el ánimo. Pero eran compensaciones al margen de mi vida profesional. La profesión ante Dios y la propia conciencia ha de justificar el hecho de vivir. Y cuando la responsabilidad es el último criterio determinante, sobrepasa el modus vivendi. El manoseado ad maiora natus sum no apunta únicamente a valores celestiales. Incluye madurez, creatividad, autorrealización. Taponar ese proceso al ser humano es condicionarle al desencanto, al desajuste y la minusvalía… Y esta era mi situación. El trabajo que yo desempeñaba en Úbeda era manejo, trasiego de gente y presencia disuasoria. Ni una iniciativa, proyectos, ni riesgo alguno… Hoy como ayer, mañana como hoy… siempre igual… Ya no era cuestión de desdoro social y penuria económica. Era condena a un reduccionismo personal sin otra contrapartida que la generosidad divina… Yo me rebelaba íntimamente: estoy resistiendo a los encantos y posición de Isadora por no uncirme… y me someto a ser un vigilante vigilado a las órdenes de un “curilla” inmaduro…