No sé si estoy en Úbeda o estoy en el cielo

Primera Asamblea de Antiguos Alumnos de Magisterio
Septiembre de 2002
 
No sé si estoy en Úbeda o estoy en el cielo. Se me origina esta duda en esa porción de auditorio que no sé, ciertamente, si son ángeles en forma de damas… o son damas hermosas como los ángeles.

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Biografía de un docente

Hace 72 años nacía en Úbeda (Jaén), ciudad plagada de monumentos e historia, un hombre que con el devenir del tiempo llegaría a ser maestro en el sentido más amplio de la palabra. Siendo su padre militar y poeta, le dio la impronta más señera para que su profesión fuese la de educador, recibiendo por parte de su madre esa femenina mano necesaria para que esta honrosa senda fuera de rosas coronada.

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¿Maestro? No. Gracias

Bajo el título “Creo que no es sólo nostalgia” manifestaba, a través de nuestra página web, mi entusiasmo por la posibilidad de contactar con tantos compañeros como hemos pasado por la Safa, entre otras cosas, para compartir nuestras experiencias por si en ellas encontrábamos algo que pudiera “ser válido” para el día de hoy.

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La república de Monsalud (Carta a mi maestro)

Ilustración de Diego del Moral Martínez.
Querido y respetable maestro: por fin he terminado las investigaciones que durante cinco años he estado realizando sobre la importancia de los nematodos en la formación del suelo. El trabajo ha merecido la pena, las conclusiones parecen valiosas, pero de todo este tiempo voy a contarle un hecho que me ocurrió en Monsalud, un pueblecito de Badajoz al que me había desplazado para recoger una muestra de tierra con el interés de encontrar una especie no frecuente en el sur de España.

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Un educador poco convencional

Il aimait chacun des êtres qu´il rencontrait dans la mesure où ils avaient besoin de lui. Il en cherchait pas à fouiller les consciences. Il disait “Ce qui importe, c´est de donner”. Il donnait, à longueur de journée. Il ètait aucune complaisance ni aucune curiosité maladive dans la façon qu´il avait d´ecouter ceux qui se confiaient à lui. Ceux qui avaient besoin de parler, il les laissait parler; ceux que voulaient plaisanter, plaisantaient; d´aucuns allaient pleurer dans son bureau comme l´on va pleurer près de sa mère…
Tanguy
Michel del Castillo

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Indecencias

07-06-06.

Creí que yo había llegado al límite del asombro, me lo creí como tantas cosas que uno creía y en las que ya no cree. Que la vida te da los palos por donde a veces no los esperas y de quienes menos los esperas, parece cosa ya establecida como regla inexorable. No esperes el agradecimiento, ni siquiera la consideración de quien no te la ha tenido nunca… Bueno, que me voy por otros lados.

Una cadena “privada” de televisión lanza un “producto”, como tantos otros ya en antena, de bajísimo contenido en el que predominan dos supuestos ganchos mediáticos, el que en él intervienen “personajes famosos” y en que los confinan para convivir en un “hotel”. Bien, es un programucho con una estructura endeble y apto para cabezas de debilidad mental o que no tengan otra cosa que hacer. Libertad hay para verlo (o no).

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penaga@hotmail.com

Está claro que la vida tiene tres proyecciones temporales cuya importancia varía según los años que se van cumpliendo. Cuando niños, el pasado apenas cuenta. El futuro interesa puntualmente, si se tiene una acción en ciernes o un cumplimiento obligatorio, si se van a cumplir años, si se aproxima una fiesta o un viaje… Y lo que sí ocupa a esas mentes infantiles es el presente con su emoción, intensidad, urgencia, divertimiento…

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Recuerdos, emociones y victorias pírricas

I
Las relaciones entre emoción y memoria siguen repletas de enigmas. Si bien nadie pone en duda que las emociones tienen efectos claros sobre nuestros recuerdos, cualquiera puede comprobar que la dirección de tales efectos a veces resulta confusa. En efecto, tanto las investigaciones de laboratorio como la observación clínica y, por supuesto, la mera experiencia personal de la propia vida cotidiana, nos ofrecen ejemplos de la complicada influencia que sobre nuestra memoria ejercen los afectos, sentimientos y emociones en general. Hoy por hoy, la ciencia sigue sin encontrar una respuesta satisfactoria para explicar por qué en algunas situaciones traumáticas –piénsese, por ejemplo, en un asalto con violación–, la víctima puede desarrollar una amnesia selectiva de ese terrible episodio que le impide recordar absolutamente nada durante años –y, a veces, durante el resto de su vida– y, por el contrario, en otras situaciones igualmente estresantes o violentas –pensemos, por un momento, en la tarde del 23 de febrero de 1981, cuando nos enteramos de que el Congreso de los Diputados había sido tomado por la Guardia Civil–, el recuerdo de un acontecimiento con una fuerte carga emocional no sólo se mantiene prácticamente intacto durante períodos extraordinariamente prolongados de tiempo sino que parece inmune al olvido. ¿Por qué razón las experiencias que nos violentan (externa y/o internamente) y desencadenan en nosotros una cascada de emociones –con independencia de que sean de signo positivo o negativo– unas veces dejan en nuestra memoria recuerdos de una vividez y duración sorprendentemente altas y otras veces, sin embargo, parece que borran o reprimen hasta el más mínimo vestigio de tales experiencias? Esta es una de las grandes preguntas que tienen planteadas los científicos que tratan de desentrañar la naturaleza de las relaciones entre memoria y afectos.

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