Diatriba entre Cervantes y Lope de Vega

Cuando Cervantes terminó su primera parte del Quijote utilizando un verso que recordaba otro del Orlando furioso de Ariosto: Forse altri canterà con miglior plettro ‘quizá otro cantará con mejor pluma’, dejó el camino expedito para que otro escritor pudiera continuar su obra. Y justamente eso fue lo que hizo Avellaneda, sólo que no respetó la intención del primer autor, ni el carácter de los personajes fundamentales. Avellaneda hizo la continuación para desprestigiar el estilo y la concepción que del mundo tenía Cervantes. Pero es que la pugna venía dada, como comprobamos en el prólogo que Cervantes le puso a su Quijote inicial.

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Una de diccionario

He recibido de Manuel Verdera el siguiente correo:
«José María, al leer tu interesante artículo sobre el «cuyo/a» me acordé de una carta que envié al Diario de Cádiz y que no publicaron, no sé si porque es un bodrio, aunque algunas de las que publican son para echarse a llorar, o porque no saben admitir la crítica. Yo me conformaba con que al menos corrigieran el fallo en lo sucesivo: craso error, porque siguen tropezando en la misma piedra. De todas formas yo te la remito para que la valores y veas la conveniencia de su inserción en la página web. Un abrazo».

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Desuso de «cuyo/a, -s»

En la oración El coche cuyas ruedas estén desgastadas es un peligro rodante, cuyas es un relativo que desempeña una función anafórica porque reproduce semánticamente el antecedente coche, pero también es adjetivo posesivo porque indica que el complemento ruedas pertenece al antecedente. Por esa razón, en el uso coloquial cuyose descompone indebidamente en *que su, para marcar de forma analítica sus dos valores de relativo y de posesivo. De ahí que se diga *Tengo una vecina que su padre es profesor. Este vulgarismo está muy extendido, pero es inaceptable. Si no se produce la doble adyacencia semántica y gramatical, sí puede utilizarse que su: Las mujeres se casaban con los hombres que suspadres elegían. (Los padres no son de los hombres, sino de las mujeres).

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La incierta vida sexual de las palabras

Naturalmente, todo arranca de aquel juego infantil, a modo de trabalenguas, que nos gustaba entonar con ritmo lento —en principio—, para ir acelerándolo hasta conseguir el soñado error: del coro al caño y del caño al coro. Inténtalo decir deprisa varias veces y verás… Éramos niños y nos gustaban las palabras que nuestros padres nos prohibían.
Otro juego, ya más picarón y de gente más crecida, era el de las anfibologías de paz y pájaro. Ambos términos no pueden ser más inocentes; pero hete aquí que me dijeron que la paloma es el pájaro de la paz, y yo me lo creí en su simbólico sentido de siempre. Sin embargo, cuando mi interlocutor siguió con la retahíla, ya me puse algo en guardia: la esposa es la paz del pájaro. Aquello no cuadraba… El viejo tiene el pájaro en paz… El soltero no deja en paz el pájaro… La solterona no conoce la paz ni el pájaro… La viuda no vive en paz sin el pájaro… Cuando se te muere el pájaro te quedas en paz… ¡Hay que ver las cosas que se inventa la gente!

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Anomalías lingüísticas

En La Razón del jueves 22 de julio de 2004 he encontrado tres diferencias sintácticas, en tres autores diferentes, que me han dejado un tanto perplejo, especialmente porque uno de ellos se subtitula de la Real Academia Española. Voy a empezar por el que edita su texto en la página de número superior, por aquello de darle emoción al artículo, según retrocedemos.

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Alzheimer

Hace poco tiempo enfermó un amigo a quien fui a visitar en el hospital en que se hospedaba; que dicho así parece que la cosa era menos grave. Habitación blanca, luz blanca de neón, paredes blancas, todo blanco, caras de circunstancias, seriedad contenida en el ambiente. Asepsia y silencio; olor a cloroformo, alcohol y lejía sobre otros; caras de sufrimiento y dolor. Un ambiente nada acogedor y desde luego nada apetecible. Preferible, según mi tío Jonás, el aire enrarecido con el humo del tabaco, la semioscuridad y el olor a vino barato de cualquier taberna.
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Estudiar

«Murió a los cincuenta y cuatro años, con tiempo apenas para publicar un libro de más de seiscientas páginas con una investigación magistral sobre la vida secreta de Cien años de soledad, que había trabajado durante años sin que yo lo supiera, y sin solicitarme nunca una información directa».
Vivir para contarla, p. 475. Gabriel García Márquez.
 
Ejercitarse significa que uno se debe esforzar. Estudiar es un esfuerzo que suele resultar poco atractivo, salvo para algunos pocos. Y si nuestro entendimiento no nos da para más, estudiar resulta imposible. Cada uno se queda en donde su capacidad intelectual le aconseja o permite. No hacemos más que seguir la ley del mínimo esfuerzo, que es universal.
Comento esto, porque García Márquez escribió la maravilla de Cien años de soledad cuya apariencia es poco científica: se trata de una narración amena, divertida, sentida, vivida —e incluso vívida—, y bella. Su hermano realizó “una investigación magistral sobre la vida secreta” del mismo texto, y hoy nos estamos enterando de que existe. ¿Por qué no nos ha llegado antes su valía?

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Presunción y locura

«—No sé esas filosofías —respondió Sancho Panza—; mas sólo sé que tan presto tuviese yo el condado como sabría regirle; que tanta alma tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el que más, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo; y siéndolo, haría lo que quisiese; y haciendo lo que quisiese, haría mi gusto; y haciendo mi gusto, estaría contento; y estando uno contento, no tiene más que desear; y no teniendo más que desear, acabose, y el estado venga, y a Dios y veámonos, como dijo un ciego a otro.
[…]
A lo cual replicó don Quijote:
—Yo no sé que haya más que decir; sólo me guío por el ejemplo que me da el grande Amadís de Gaula, que hizo a su escudero conde de la Ínsula Firme; y así, puedo yo sin escrúpulo de conciencia hacer conde a Sancho Panza, que es uno de los mejores escuderos que caballero andante ha tenido».
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, I, cap. 50.
 
Son dos tipos de sabiduría: la culta y la inculta. Valga la paradoja. Sancho Panza es un sabio inculto; y don Quijote es un loco culto. Lo ideal sería que los dos fuesen cultos sabios; lo ideal es que todos fuésemos así. Pero ni las ganas, ni las ocasiones, ni el ambiente, ni los atractivos, ni… nos permiten serlo. ¡Sálvese quien pueda! También hay que tener en cuenta la diversidad. Si todos fuésemos sabios cultos no podríamos criticar o despreciar a los ajenos, o sonreírnos con sus errores. Perderíamos una faceta impresionante desde el punto de vista de la satisfacción psicológica: reírnos de la simpleza.

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Comunión

«Lice, nosotros no necesitamos vivir en la misma casa ni en la misma ciudad para alimentar el cariño ni para envejecer juntos; ya nos encontramos alguna vez y celebramos los encuentros. Y entretanto, sabemos que andamos dispersos, donde debemos estar, y que envejecemos juntos en una misteriosa comunión».
“Yendo de camino”, por Juan Antonio Guerrero SJ,
en Jesuitas, n.º 79 – invierno 2003.
 
Si yo os digo que comunión tiene entre sus significados el de ‘partido político’ os asombraréis. Pero su etimología, ‘común unión’, justifica este valor y todos aquellos que indiquen ambos conceptos. Por eso, nosotros, los que nos interesamos por esta asociación de antiguos alumnos de la Safa, estamos en comunión.
Este concepto lo conocimos in illo témpore cuando nos hablaban de los usos de los cristianos de Roma que se reunían ocultamente en las catacumbas, bien para enterrar a sus muertos, bien para celebrar sus cultos. Se trataba de una comunión física, trascendida por el hecho misterioso de la transustanciación del pan y del vino.

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