Mes: mayo 2006
El obispo y Zapatero
Las chicas de familia bien, cuando empiezan a ser mujeres, no tienen la regla ni la menstruación. Sencillamente las visita el nuncio cada veintiocho días. A nosotros, aunque éramos de familia humilde y ya nos empezaban a apuntar los primeros pelillos del bigote, también nos visitaba al menos una vez al año. Aquel día el colegio se engalanaba especialmente para acoger a don Félix Romero Mengíbar, obispo de Jaén.
El robo de las canicas
El cachorrillo
Mi escuela olía a lápices, a frío, a gomas de borrar y a niños pobres. Los hijos de familias humildes olíamos a tristeza y a falta de cariño. Mi escuela no tenía calefacción, ni estufa de leña o de aserrín. El frío de la sierra se pegaba a las ventanas y el resuello de los críos formaba un suave velo en los cristales en el que pintaban con el dedo, muñecos y garabatos, cuando el maestro miraba hacia otro lado. El recinto, al que se accedía directamente desde la calle, era estrecho y alargado; a ambos lados había una fila de pupitres con capacidad para dos muchachos cada uno, pero si éstos eran pequeños se sentaban tres. Al fondo de la sala, estaba la mesa y el sillón del maestro con un cojín sucio y recosido. Pintada en la pared, una enorme pizarra de color negro; y en un rincón, a la derecha, un armario en donde se guardaban los libros de lectura, los mapas y la tiza.
Segundo vuelo de Clavileño
(Donde se cuenta la mágica travesía que nuestro Ingenioso Hidalgo y su fiel escudero acometieron no ha muchos años, surcando los aires del Santo Reino con las maravillas que desde las alturas contemplaron y las notables razones que expusieron.)
Mi compañero
Las filas se adentraban en clase lentamente y cada muchacho se situaba en pie detrás de su mesa. Después de rezar, el profesor decía: “Podéis sentaros”, y colocaba sobre la pizarra el mapa de España con los montes y los ríos. Se hacía el silencio y nosotros, con los codos sobre el pupitre y la mirada baja, esperábamos a que el profesor nos fuera preguntando la lección de aquel día. El profesor abría un pequeño bloc con tapas azules y nos miraba, uno a uno, como tratando de adivinar los que habían estudiado y los que estaban in albis, como decía él. Mi compañero paseaba la vista por las paredes y por el techo y me miraba de reojo, y en su rostro se reflejaba el miedo y la tristeza del que no se ha aprendido la lección y teme que le pregunten. Continuar leyendo «Mi compañero»
«Domund» negro
La memoria, que acampa a su capricho en tal o cual paraje de los ya vastos territorios de mis vivencias, se deja a veces convencer por fechas o circunstancias de más o menos fácil explicación; y por una vez, hoy, resulta oportuna. Pretende así que le perdone los innumerables ridículos que me hace pasar cuando no recuerdo nombres o fechas a los que estoy, por bien nacido, obligado. Salgo del paso, es un decir, cuando correspondo al “adiós don Jesús” de algún antiguo alumno con un sonriente “adiós artista” ,o “adiós bonica” o “hasta luego campeón”.
La perversión del lenguaje
Café de otoño
Con las primeras luces, el viento ligero de la vega desvanecía, suavemente, los tonos verde y plata de aquel maravilloso paisaje impresionista. Poco a poco, la densa niebla abandonaba el valle, dejando al descubierto la hermosura extraordinaria del mar de olivos que cruza, firme, el río Guadalquivir. El pálido sol de la mañana doraba los imponentes perfiles de los viejos templos y palacios de la ciudad. Continuar leyendo «Café de otoño»
Sinceridad, lealtad y coherencia
Dedicado a Paco Fernández Martínez que también sufrió las mentiras y vejaciones de los fanáticos e irracionales.