Vicisitudes de la vejez, 39

«Nos vamos pudriendo», me dijo el otro día mi amiga la farmacéutica (que es a la que acudo diariamente para proveerme de “las chuches” de la vejez, como le llamamos eufemísticamente a las medicinas, y que, por desgracia ya me son imprescindibles para seguir viviendo con cierta salud y tranquilidad). Se lo había dicho un cliente -ya mayor- refiriéndose al proceso de envejecimiento que padecemos todos desde que nacemos, aunque cuando se note más y patentemente sea en la etapa de la senectud. ¡Y cuánta razón lleva! Conforme vas envejeciendo te vas dando cuenta de que algo se va deteriorando lenta y paulatinamente, tanto en tu interior como en el exterior, y que se te va haciendo patente en cuanto más años vayas cumpliendo. Todo vino porque hablamos de mis bisnietos y de la piel tan delicada y suave que tienen, cual si fuera de terciopelo, y cómo, con el paso de los años, se nos va poniendo arrugada, manchada, llena de lunares que antes o después derivarán en malignos, con verrugas por doquier… ¡En fin, un drama!


También ando enterada de la última DANA de Valencia y de la sinvergonzonería de mucha gente que se aprovecha de la desgracia ajena…; empezando por los políticos, en general (que “ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el suyo”), y terminando por ciudadanos sin conciencia -que siempre los hay y habrá-, que afloran especialmente en las catástrofes y guerras de la forma más inhumana y cruel inimaginable, cuando precisamente en esos momentos habría que tener más conciencia y caridad para con el desgraciado o damnificado… Menos mal que también vemos casos diametralmente opuestos, como la gran cantidad de jóvenes y adultos que se solidarizan mandando dinero o ayudando físicamente en las labores de limpieza y puesta en orden del territorio valenciano o pueblos devastados. ¡La humanidad es una moneda de doble cara en todo el mundo…!
El otro día mis nietas me comentaron, con pelos y señales, que han engañado a dos pipiolas que creían que les escribía Brad Pitt, nada menos, y les han quitado 175 mil euros o más a cada una. Las hay tontas que se desnudan integralmente online por nada, dando todos sus datos. Los ciberdelincuentes saben engatusar y engañar muy bien a cualquier ciudadano crédulo que se deje llevar de buena fe. Yo, por eso, no tengo móvil ni internet, ni los quiero, pues, por mi edad, con lo que me informan mis hijas y nietas, tengo más que suficiente. El exceso de información, y más si son noticias falsas, crea demasiada confusión. Seguramente que eso es lo que quieren algunos. Ya me fío cada vez menos de lo que dice la televisión o la radio, pues cada emisora arrima el ascua a su sardina, siendo esclava del amo que le paga y defendiéndolo a capa y espada…
Me da pena cómo nos están engañando continuamente a todos (especialmente a los más jóvenes) con la añagaza de ponernos un móvil en la mano (o cualquier otro tipo de pantalla), creyéndonos que hemos conquistado el cielo cuando lo que vamos es camino de meter el infierno y la dependencia en nuestras vidas. Me comentan cómo Suecia, uno de los países pioneros en introducir las pantallas e internet en las aulas, está dando marcha atrás, tras comprobar que durante estos últimos quince años los alumnos no han progresado como se pensaba ante la introducción de las nuevas tecnologías sino que está causando atrasos y descenso en su nivel educativo, amén de otros múltiples peligros físicos y mentales que les acechan. Con lo bonita que era la infancia vivida al estilo antiguo en la que el juego, el amor, los amigos y la familia eran la mejor medicina o ayuda para crecer sanos y salvos…
También me han comentado mis nietas que se rumorea (echando diferentes globos sonda, como siempre, para ver qué pasa) que en un futuro se pagará y cobrará con euros virtuales, sin que se usen billetes físicos o monedas, para que el ciudadano se lo gaste en dos o tres meses, y si no lo hace los pierde. Quieren convencernos de que así se activaría el consumo, aún más, y se quitaría el dinero negro.
Esto me suena a ciencia ficción, aunque ya hayamos superado la novela 1984 de George Orwell. Me lo han tenido que explicar varias veces, porque yo a mi edad ya no entiendo bien ciertas cosas y estas modernidades mucho menos. A la pregunta de qué hace uno si le hace falta un imprevisto: viajes, frigorífico, estudios de un hijo, hipoteca, etc. te dicen que pidas un préstamo y santas pascuas. Así los ahorros se esfumarán y no existirán los pequeños o grandes ahorradores. El caso es tenerte siempre controlada. Los políticos y los que realmente mueven sus hilos, ya le han puesto oído a esta superchería. ¡Qué avezados son para lo que les interesa y les reporta dinero y prebendas a ellos…!
Sevilla, 21 de noviembre de 2024.
Fernando Sánchez Resa

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