Tal como están las cosas, Señor, sólo Tu Nombre
llene mi pensamiento, ilumine mi casa
y aclare mis ideas. (Perdona que no lleve
chilaba ni babuchas, y vista con un traje
al estilo europeo). No permitas, Señor,
que pierda mi negocio, el código secreto
de mi cuenta en París, los planos del proyecto
para la construcción de un hotel en la costa,
la agenda con los nombres de todas las amantes
que nunca me han amado. Limpia mi corazón
de antiguas amistades ‑feroces, primitivas‑,
y el borde de mis uñas, negras por el dinero,
y déjame vivir para contarlo.