Angelicario profano

Por Manuel Jurado López.

  1. Los ángeles mediterráneos al llegar febrero se convierten en almendros en flor.
  2. Si un ángel enfermo ama a otro ángel enfermo los dos serán recluidos en el pabellón de incurables.
  3. Hay ángeles narcisos que duermen solitarios en el fondo de su propia imagen.
  4. Hubo un tiempo en el que los ángeles iban de taberna en taberna y acababan arrodillados ante el tabernáculo de una esquina cualquiera.
  5. Los ángeles obesos que se niegan a seguir una dieta rigurosa no podrán desfilar ante los santones de la moda.
  6. El ángel podólogo que cuida los pies de san Pedro tiene siempre las puertas del cielo abiertas cuando sale de noche.
  7. Durante un tiempo tuve un ángel de la guarda prisionero entre las páginas de mi diario.
  8. Hacer el amor con un ángel es como hacerlo con una nube. Continuar leyendo «Angelicario profano»

Angelicario profano

Por Manuel Jurado López.

1. Los ángeles mediterráneos al llegar febrero se convierten en almendros en flor.

2. Si un ángel enfermo ama a otro ángel enfermo los dos serán recluidos en el pabellón de incurables.

3. Hay ángeles narcisos que duermen solitarios en el fondo de su propia imagen.

4. Hubo un tiempo en el que los ángeles iban de taberna en taberna y acababan arrodillados ante el tabernáculo de una esquina cualquiera.

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Las islas inventadas, 10

Por Manuel Jurado López.

 

TAXI

Y volverán las dudas.

Yo llegaré con flores

-las mismas que otras veces-,

tú guardarás silencio

-las palabras no tienen

razón de permanencia-,

haremos las maletas,

dejaremos las llaves

de nuestro apartamento,

llamaremos un taxi

y cada cual se irá

con su amor a otra isla.

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Las islas inventadas, 09

Por Manuel Jurado López.

 

ESPEJOS

Es posible que las puertas secretas

no oculten más misterios que la vida.

Ni el cielo ni el infierno –ni la muerte-,

solo la vida en su crudo milagro;

sin profetas, sin himnos: sucesión

de espejos similares, con el rostro

cambiante de un hombre que se despide,

poco a poco, de sombras parecidas.

En el último espejo, cederá

la puerta y una torre de ceniza

se vendrá al suelo con un soplo

y lamerán las olas su silencio.

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