Por el barrio de Santo Tomás

17-07-2010.

 

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

 

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.

Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.

 


CALLE Y CUESTA DEL LOSAR

Su primigenia denominación fue la de Losar (siempre con r), tal vez abreviación de El Osario. Sólo a partir de 1660 comienza a llamarse Losal y Rosal.
Su lado derecho era jurisdicción de Santo Tomás, mientras que el opuesto pertenecía a San Pablo.

En este último costado, se alza el llamado Palacio del Obispo Canastero, de muy original factura, pues utiliza almohadillas de yeso, azulejos y besantes de cerámica vidriada. Se le ha denominado así por un relieve de su fachada en que figura un obispo, confeccionando canastas de mimbre (San Julián, patrón de Cuenca). En la segunda mitad del XVII, se conoció al edificio como “las casas pintadas”. En esta misma acera, vivió el genial Andrés de Vandelvira. Y, al final de ella, encontramos la mejor puerta de muralla que se conserva (mudéjar del siglo XV), la cual da nombre a la calle. Junto a ella se encuentra una capilla donde hoy es venerada la Virgen del Rosario.
En el flanco de Santo Tomás existió el Hospital de Dios Padre, ya documentado en 1535 y desaparecido en 1634.
De otros vestigios que aún permanecen habría que destacar un bello patio plateresco en el número 8 y, algo más abajo, iniciada ya la cuesta, una casona solariega de curiosa traza. Terminaba esta acera con el inicio del callejón de ronda, cuyo primer tramo era conocido por Callejón de Los Muertos del Carmen.
Entre sus vecinos destacaron el Comendador de la Orden de Santiago, don Pedro de Aranda y Molina, el capitán Arnaldos de Ortega y Porcel, don Hernando Ortega Cabrío, Comisario del Santo Oficio y Chantre de la Colegial, varios escribanos y una familia de artistas: los Espantaleón (todos parroquianos de San Pablo). En la otra demarcación, con casa haciendo esquina a la calle del Carmen, destacamos al albañil y fontanero Salvador de Quesada, testigo de un robo histórico: el de los restos de San Juan de la Cruz.
CALLE DEL CARMEN
Recibe este nombre a partir de 1594, año del primer padrón que aparece tras fundarse el inmediato convento de Carmelitas Descalzos. Antes tomó el nombre de Don Rodrigo de Orozco.
En esta fundación intervino sustancialmente, donando el sitio el regidor Pedro de Segura Molina, cuya casa solar aún existe en la calle, numerada con el 8.
El convento se fundó en 1587, pero la iglesia actual es de 1928. Junto a ella se halla el Oratorio de San Juan de la Cruz, levantado en distintas fases a partir de 1627: trazado de la portada en 1685 y levantamiento de la cúpula en los años posteriores a 1717. En su suelo estuvo enterrado el santo carmelita y la devoción de las gentes por lo que había sido su tumba motivó la erección de este santuario, primero del mundo dedicado al Doctor Extático.
BELTRÁN DE LA CUEVA
Aunque desde 1885 lleva el nombre del favorito de Enrique IV, esta calle siempre se ha conocido como la calle de El Bote, apelativo cuyo origen desconocemos.
Aquí vivió en 1594 la viuda de Cristóbal de Soto, doña Jerónima Enríquez de Carvajal, la que cedió casas a las Carmelitas Descalzas para erigir su convento. Sin embargo, en los dos padrones siguientes (1599 y 1601) aparece censada en la calle de las Descalzas o de las Monjas, que debió ser bien una parte, bien una prolongación de esta del Bote. Para Barranco Delgado el convento se ubicaba en la actual casa numerada con el 6.
Dos casas más abajo, pero en 1891, estuvo situado el Cuartel de la Guardia Civil.
MATILLA
Aunque se la designó en un principio como Cristóbal de Baeza, en 1615 comienza a titularse de Matilla, apellido correspondiente a don Bernabé Ortega de la Matilla, capellán de El Salvador, presente en los padrones desde 1599 (aunque en la calle del Carmen). En esta que lleva su nombre lo hace desde 1601 hasta 1615.
Aquí estuvo la Casa Cuna, cuyo torno para dejar a los recién nacidos aún puede verse. Por ello llegó a llamársele también calle de la Cuna.
En el padrón de 1875 consta que hay un cuartel, probablemente, el de la Guardia Civil.
HORNO DEL CONTADOR
Esta calle es eje divisorio de las parroquias de Santo Tomás (a la izquierda) y de Santa María.
Las primeras denominaciones conocidas son las de don Diego de Biedma (1587) y don Rodrigo de Biedma (1601), personajes ambos que también llevaban el apellido Manuel con el que hoy se conoce al espléndido palacio que vemos en los números 7 y 9. Según Almagro García, el cantero Juan Diego de Godoy trabajaba en él a partir de 1612, tomando como modelo la mansión de Vela de los Cobos. Alguna vez se llamó de don Bartolomé (Ortega Cabrío), ya que la casa suya (el actual Parador de Turismo) forma parte del final de la calle. Por la misma razón (aunque ahora se trata del extremo opuesto), tomó prestado el de El Camarero don Francisco de Vago, con el costado de cuya casa se inicia la calle. También se llamó de Alonso Martínez de Arellano, escribano de oficio.
Con su nombre actual (Horno del Contador) aparece por vez primera en 1638, aunque los horneros se empadronan mucho antes. Por eso creemos que, independientemente del nombre dela calle, este horno gozó del suyo propio: Horno del Contador Diego Vela, tal y como se dice en el testamento de Catalina de Biedma, mujer del regidor Juan de Ortega Salido (1499).
Vecinos que destacar fueron: los bordadores Diego y Juan de Herrera, padre e hijo, que ocuparon las décadas finales y las primeras de los siglos XVI y XVII; e Inés de Salazar, la beata que lavaba las vendas de San Juan de la Cruz.

Deja una respuesta