Por el barrio de San Pablo, y 2

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.

Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.


CALLE OBISPO TORAL

Está hoy dedicada al prelado ubetense fray Francisco Toral, primer Obispo de Yucatán. Desde el siglo XVI se ha conocido como Calle de la Cárcel y luego de la Cárcel Vieja, pues en ella estuvo y de ella desapareció esta institución penitenciaria. Hacia el año 1822 se le llamó también Calle del Cura (D. Luis de la Mota Hidalgo). En el rincón que hace se abrió un callejón sin salida (Callejuela de la Cárcel o de Merlín).

Vivieron en la calle los Bustillos (en la casa “del arco”) y una rama de los Sanmartines: la fundadora de la capilla que en San Pablo lleva su apellido. Destacan también como vecinos varios mercaderes, no solo muy abundantes en la calle, sino con fuerte potencial económico y descollante influencia social. En esta calle estuvo la Casa de la Nieve por los años de 1632 y en el siglo siguiente la Armona del Jabón.
Durante el siglo pasado vivió aquí el que luego fuera cronista de la ciudad, don Juan Pasquau Guerrero, así como don José Molina Hipólito, autor de una Guía de Úbeda, y profesor del Instituto de Bachillerato de Baeza, ciudad en la que también publicó varios trabajos notables, como el de Baeza histórica y monumental.
CALLE ROQUE ROJAS
Dedicada hoy al médico don Roque Rojas Latorre, director que fue del Hospital de Santiago y vecino de esta calle en el número 19, tuvo en el siglo XVI por vecinos al licenciado Martínez y a los Alamedas (don Antonio, Tesorero de la Colegial, y don Juan de Alameda, regidor) de los que tomó nombre. Este último apellido dio título a la calle durante cuatrocientos años, poco más o menos. Popularmente, ya en tiempos más recientes, se la conoce aún como la Calle Sabanillas (un sacerdote así apellidado). Artistas célebres que vivieron en esta calle lo fueron el escultor Luis de Zayas y el pintor Juan Esteban de Medina.
A caballo entre los siglos XVII y XVIII estuvo aquí la Estafeta del Correo.
En el XVIII vivía don Pedro de Villena y Chaves, al que echaron de su convento las monjas de la Madre de Dios. Y en el XIX, los padres de don Miguel Campos Ruiz y este mismo, entonces niño.
CALLE HORNO DE SAN PABLO
Llamada así, lógicamente, por la existencia en ella de un “horno de pan cocer”, horno que, con algunas interrupciones, mantuvo su funcionamiento hasta pasada la mitad del siglo XX.
El escudo de la casa número 5 ‑única destacable en cuanto a su interés arquitectónico‑ tal vez pertenezca al caballero de la Orden de San Juan de Malta, Hernán de Molina, poseedor de la capilla de los Salamancas en San Pablo.
CALLE GINÉS GÓMEZ
Fue don Ginés Gómez de Molina, Arcipreste de Santa María (en cuyo claustro está enterrado) y Comisario del Santo Oficio. Tras su muerte, acaecida en 1717, la calle comenzó a titularse con su nombre.
Anteriormente había recibido los de Mexía (Pedro y Hernán), en el siglo XVI; y de Blas González (escribano) y Fernando de Mora (letrado), en el siguiente.
La vivienda número 4 posee un bello patio con doble arco pétreo de acceso a la escalera y barandillas en la galería partidas en dos por medio de columnas abalaustradas, todo en madera.
A la izquierda de la calle, incrustados en un gran muro sin puerta, aparecen dos escudos con las armas de los Mexía, Salido, Zambrana y Sanmartín.
CALLE HERNÁN CRESPO
Dedicada, después de su muerte (ocurrida esta al filo de la primera década del siglo XVII), al escribano Hernán Crespo, hijo de Miguel de Mérida y de Ana Crespo, de la cual tomaría Hernán el apellido. Tuvo con su mujer, Isabel de Estremera, doce hijos, por lo que fue considerado como hidalgo de bragueta.
Antes (desde 1587 hasta 1611), la calle debió su título a otro escribano: Antón de Cazorla, hombre activo y emprendedor que llegó a amasar una fortuna considerable, pues aparte de su profesión se dedicaba a otros negocios. Es probable que su casa sea la que hoy lleva el número 3.
Otras denominaciones fueron las de Miguel de Mérida (escribano, hijo de Hernán Crespo), Alonso de Baena (regidor, hijo de Antón de Cazorla), Las Porcelas y, por último, en los años 40 del pasado siglo XX, se conoció como calle de “La Sangranta”, una prostituta de la época. Vecinos relevantes fueron el regidor Agustín de Magaña (1574-1587), don Pedro de Molina y Peñuela (1673-1687) y en el siglo XX, don Juan Casas Tamayo, periodista.
CALLE CERVANTES
Aparte del actual, los nombres con que se ha denominado a esta calle han sido los de Hernán Rodríguez de Sanmartín, Juan de Sanmartín, San Pablo, Los Sanmartines, Don Cristóbal Messía, Doña Isabel Josefa, Las Culebras, La Polla y el actual. Menos el de San Pablo, todos los demás están relacionados con la familia Sanmartín. Además, el tramo que desemboca al Mercado fue conocido como La Carpintería y tal vez también como La Tercia de San Pablo.
Entre sus edificaciones destacan la casa llamada de Las Culebras, del siglo XVI, y la Casa Mudéjar (Museo Arqueológico), del XIV. A ella desembocaba el callejón de la calle Montiel.
Un buen número de vecinos de esta calle son artistas: Pedro de Medina, pintor; Luis de Zayas y Alonso de Zayas, entalladores; Pedro Beltrán, dorador; y ya en el siglo actual, don Victoriano García Alonso. Entre los clérigos destacan el presbítero y licenciado don Diego Espinosa de los Monteros, autor del opúsculo titulado “Nuestra Señora de Guadalupe”, que fue publicado en 1704; y don Luis de la Mota Hidalgo, presbítero, hacendado, diputado y prior de San Pablo desde 1846 a 1856.

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