Muchas veces me pregunto “¿qué me quedará por ver y vivir?”, con la sequía atroz que nos devora, con la Amazonia secándose sus ríos y afluentes, con la corriente del Golfo trastocada por el Niño del Pacífico, con miles de kilómetros abriéndose en canal en las profundidades del océano Atlántico, partiéndose África en dos por el Sahel, las guerras de Ucrania y Gaza, entre otras muchas…. La vida actual se está convirtiendo en un auténtico desastre con tanto bombardeo de noticias falsas que saben mejor y son más atractivas que las auténticas….
También me pregunto constantemente por qué tanta (des)igualdad en los sexos si no está preparada la misma sociedad ni los trabajos actuales para que la mujer pueda ser igual al hombre, ya que estos -como sus horarios- están adaptados al varón de la generación anterior que venía a su casa para descansar y que le pusieran las zapatillas. Hoy en día, la mujer trabaja fuera y dentro del hogar, y muchas de ellas lo hacen con doble horario y trabajo, amén de las que delegan en otra mujer el duro laborar de la casa, pues por mucho que el hombre parezca que en la sociedad occidental ha avanzado (ya hace labores de la casa y cuidado de niños, destacan algunos), todavía la balanza está muy desequilibrada, pues siempre es la mujer la que piensa en la comida del día siguiente, el estado de los hijos, las escuelas, las enfermedades que se presenten, los padres viejos que deben cuidar…; mientras que el hombre va a remolque y aún tiene la mentalidad de que “ayuda a su esposa o pareja”, cuando lo que hace verdaderamente va en beneficio de su propia casa e hijos, sin hacerle ningún favor a su mujer, como oigo por ahí demasiadas veces…
Cuando los horarios de los trabajos se adapten verdaderamente a la labor que desarrolla la mujer, tanto dentro como fuera del hogar, entonces será cuando ella podrá estar más tranquila y libre para atender a su familia y a sus hijos, sin tener que estar agobiada por el trabajo de fuera y dentro del hogar, ya que tiene que hacer encajes malabares para cuadrar horarios y estar en todos sitios como Dios, a costa de su desgaste físico y mental continuado… No me extraña que la mujer se lo piense a la hora de coger pareja y, sobre todo de tener descendencia, pues a ella es a la que le cae lo peor (no es raro que vayamos a la cola de Europa en índice de fertilidad en nuestro país, refiriéndome a las autóctonas no a las que viene de fuera). Y mira que la naturaleza, salvo excepciones, nos ha dotado a nosotras de más vitalidad y rapidez mental para captar múltiples situaciones y problemáticas de la vida desde siempre, aunque ahora todo se quiera revertir como si de un calcetín se tratase… En fin, elucubraciones de una anciana como yo, que todavía piensa y existe, como diría René Descartes (que me apuntan de vez en cuando mis doctas nietas).
Y no dejo de quejarme y darme cuenta de cómo nos manipulan siempre en todos los temas (políticos, sociales, filosóficos, ambientales, farmacológicos, etc.). Por un lado la clase médica y/o mediática aconseja comer más en casa con productos de proximidad y caseros, como hacíamos antaño, con el fin de que cuidemos a nuestra madre tierra, infringiendo menos huella de carbono, con productos ecológicos que beneficiarán a nuestro cuerpo sobremanera; pero -por otro lado- tenemos al todo poderoso bombardeo del marketing alimenticio y de los grandes almacenes que en progresión geométrica nos van ofreciendo y metiendo por los ojos más comida preparada y manipulada para que, como ya no tenemos tiempo de nada, el que usaríamos en cocinar lo empleemos en las pantallas o en los viajes o actividades que nos programen los de arriba o en el inmenso tiempo libre que teóricamente tendremos… Vamos, que parece que estamos en continua campaña electoral, como los políticos, engañándonos siempre, para que comamos -o no- esto o aquello y cuidemos nuestro cuerpo y nuestras amistades, que practiquemos el fitness (estado de bienestar y salud logrado, no solamente con una vida sana, sino con el ejercicio continuado y sostenido en el tiempo), pero que desoigamos la voz interior y de nuestros ancestros que nos dice, sotto voce, que estamos locos, yendo por ese camino de perdición…
Sevilla, 22 de marzo de 2024.
Fernando Sánchez Resa