Algunas calles aledañas al Iruelo

 

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.
Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.

 

De la antigua Plaza del Iruelo par­tían siete calles, de las cuales vamos a detenernos en cuatro. También veremos algunas otras relacio­nadas con estas.

Fernando Barrios

Fue don Fernando Barrios Jurado el promotor del Asilo de Ancianos, erigi­do en esta calle a partir de 1884 y que estuvo en funcionamiento hasta 1976. A petición de las monjas, hecha en 1906, esta calle fue bautizada desde entonces con el nombre del benefactor.

Pero la ancestral denominación dada a esta calle ha sido siempre la de Puerto del Queso, probable degenera­ción de la de Puesto del Queso con que debió de ser conocida en sus orígenes. Parte de la calle perteneció a San Nicolás, mientras que la otra fue juris­dicción de San Millán.

 

Calle del Gallo

Su actual prolongación (Cristo del Gallo) es moderna. La vieja calle del Gallo llegaba hasta el cruce con Virrey de Cerdeña y Ariza, donde se alza un ancho pilar en cuya cima se asienta una capilla dedicada al Cristo de la Buena Muerte. La imagen actual sustituye a la robada en 1981. De cuándo se erige la primitiva no hay noticia. Sólo se sabe de su existencia en el siglo XVIII.

 

Dado que a la salida de la calle existía la Cruz del Gallo, a la que posi­blemente la coronase una reproducción en piedra de este animal, cabe pensar que este le diese nombre. En las inme­diaciones se erigió también otra Fuente (llamada Nueva en 1576).

La fecha más antigua que hemos hallado sobre la existencia de esta calle data de 1509, en que ya se denominaba como hoy.

Vecinos destacables fueron los dedicados a la construcción: Juan de Ortega y Francisco de Herrera “el Mozo”, ambos del XVII.

 

En ella se veneraba, en una horna­cina, a San Roque, patrón de los apesta­dos, con verbena en su día (16 de agos­to), costumbre que desapareció en los años cincuenta del pasado siglo.

 

Huerto del Canónigo

Desapercibida para los padrones de repartimiento, los escasos vecinos de esta calleja fueron adscritos a las ca­lles colindantes. Hasta 1800 no apare­ce con entidad propia (muy relativa, no obstante), reafirmándose en los años sucesivos.

Aquí tuvo casa principal y huerto don Antonio de Molina, canónigo en la Iglesia Mayor y hermano del Tesorero de dicha Colegiata. En 1591 estaba el complejo edificio en pleno proceso de construcción. Hasta 1630 apare­ce empadronado el canónigo, aunque lo hace habitualmente en la calle de Barrionuevo.

 

Calle del Agua

Toma este nombre hacia 1630. Con anterioridad siempre se llamó de Barrionuevo, sin que haya datos acerca del porqué. Puede que se deba a un vecino así apellidado o, lo que es más probable, que haga referencia a su naci­miento como calle en una zona que era conocida como El Arrabal.

En cuanto al origen de su actual denominación, se debe a que por ella discurrían los sobrantes de la Fuente del Iruelo, emplazada esta muy cerca de su embocadura.

Vivieron en la calle los canteros Luis de Anguís y Diego Gil, entre otros menos renombrados.

 

Trillo

Este ha sido su nombre siempre, al menos a partir de la mitad del XVI, aun­que en alguna ocasión se ha fundido con la plaza del Iruelo y hasta se le ha lla­mado calle Llana de la Fuente del Iruelo (1630). El nombre no tiene relación con tal máquina de labranza, sino que viene dado porque aquí vivieron miembros de tal apellido. Concretamente, en 1566, se atribuye a Juan de Trillo su titulación.

 

Callejón de Las Brujas

Partiendo la manzana que hay entre las calles Ángel y Tostadas, existió desde el si­glo XVI el callejón de las Brujas, por el que iba la mu­ralla. Se cerró en 1641, aunque veinte años después se pidió (y debió con­seguirse) su reapertura, pues su exis­tencia aún se refleja en el Catastro de Ensenada de 1752.

 

Ángel

Su espacio estuvo ocupado an­teriormente por huertos, que luego se transformaron en solares. Ya en 1570 existía el proyecto de abrirla. La prime­ra que vez que aparece en los padro­nes corresponde al año 1629, en que lo hace con la denominación que le será habitual hasta el mismo siglo XIX: Callejuela Nueva.

 

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