En La Razón del jueves 22 de julio de 2004 he encontrado tres diferencias sintácticas, en tres autores diferentes, que me han dejado un tanto perplejo, especialmente porque uno de ellos se subtitula de la Real Academia Española. Voy a empezar por el que edita su texto en la página de número superior, por aquello de darle emoción al artículo, según retrocedemos.
«EL ESPÍAEl ministro no “evacua” valoracionesDe todos es sabido que los políticos son proclives a dar patadas al diccionario en cuanto tienen la mínima oportunidad, y que con su obsesión de mostrar un tono “elevado” para distanciarse del pueblo llano utilizan auténticos “palabros” que les dejan en evidencia. Ayer le tocó turno al ministro del Interior. Un periodista le preguntó acerca de la tan traída y llevada Comisión del 11-M. Su respuesta fue contundente: “No voy a evacuar ninguna valoración”. No se sabe si ya en privado añadió que la situación es “para evacuar y no derramar gota”».
Este “espía” no se ha molestado en consultar el DRAE 2003, en donde puede comprobar que evacuar, en su acepción n.º 4, significa ‘desempeñar un encargo, informe o cosa semejante’. Critica a los políticos porque le dan patadas al diccionario y él le acaba de asestar una.
La segunda referencia la tomo del magnífico Fernando Jáuregui, a quien le han asignado ¡hasta un recuadro! que enmarca su mínimo comentario Maramall y Marabien. Le voy a conceder el famoso error de imprenta al que todos los escritores se acogen para justificar su equivocación.
«No son concesiones vergonzantes las que se hacen con Cataluña sino imprescindibles equilibrios políticos. El caso es mantener un estatu quo, el actual, y que cuando peor estemos, que estemos como ahora».
Efectivamente, la expresión subrayada es latina y, por tanto, debe escribirse en letra cursiva: statu quo. Además, se ha producido un error al añadir una e a la s líquida propia del latín, error típico del antiguo linotipista, al que los periodistas consideraban un simple mecánico.
Pero lo que me saca de quicio es que un académico se equivoque a la hora de escribir. Aquí no cabe la excusa del error del informático ‑el antiguo linotipista‑. Los verbos reflexivos exigen un objeto preposicional, se ponga el director del periódico como se ponga. (Lo que ocurre es que el Presidente Fundador del periódico es el mismo equivocado que cito, Luis María Anson, en su Canela fina).
«Me preparó un almuerzo con la actriz en Mayte y me acuerdo que hablamos de poesía francesa, de Verlaine, de Beaudelaire, de Rimbaud, de Eluard, de Aragon».
Uno no puede “*acordarse algo”, sino que tiene que “acordarse de algo”. Si los académicos se equivocan en el uso del español, (los de Castilla prefieren, igual que los catalanes, “castellano”) ¿qué podemos hacer los que no tenemos nombramiento académico? Pues callar y vibrar intensamente cada vez que oímos o leemos estas erradas expresiones.
Una muy actual es “*violencia de género”. La defienden las feministas. Huyen del término doméstica pues, según ellas, connota un significado peyorativo para la mujer.
doméstico, ca. […] 3. Dicho de un criado: Que sirve en una casa. U. m. c. s. 2003 DRAE.
Está claro que la mujer no es criada de nadie. Sin embargo, se olvidan de los conceptos previos de la misma referencia.
(Del lat. domestĭcus, de domus, casa). adj. Perteneciente o relativo a la casa u hogar. 2003 DRAE.
Habría que decir, según aconseja el sentido común, violencia doméstica / machista / feminista / conyugal / familiar…, nunca esa expresión tan errónea, que confunde el sexo, concepto semántico, con el género, concepto gramatical.
28-07-04.
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