Un puñado de nubes, 50

01-06-2011.

Manolo Jurado se sentó junto a León. Como en el encuentro anterior, León les había hablado a los niños del padre Luque, de la página web de Magisterio. Manolo Jurado había leído algunas “Nubes” y le dijo a León:

—Ya veo que estás hecho un personaje de novela.

—¿Yo?

—Hombre, ¿no me negarás que ese León de Un puñado de nubes no eres tú?

—Eso son chalaúras de unos locos que andan sueltos por ahí, gente que seguro no tienen otra cosa mejor que hacer.

—Pues no están tan mal.

—Pero vamos, que entre ese León y yo es todo pura coincidencia.

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Un puñado de nubes, 49

30-05-2011.

Léon no se sentía tranquilo. La casa se le venía encima. Creía que haber aceptado la ayuda de su hijo para el caso de Rosalva había sido un error. No tenía que haberlo metido en el entramado de Alfonso. El muy cabrón se las apañaba siempre para enredar a unos y otros, como en el internado. Si él se había buscado el lío, que lo resolviera. A veces pensaba que Alfonso, pese a la antigua amistad que recordaban –o quizás sirviéndose de ella-, seguía siendo el egoísta de siempre. Temía León por su hijo. ¿Y si el capo Nicola descubriera la trampa que le habían tejido y dejara correr el asunto, hasta atrapar indefensa a la pareja en su camino a Madrid, para culminar la venganza? Esos pensamientos atormentaban a León. Aun así, estaba dispuesto a facilitar el trámite del pasaporte para disminuir el riesgo físico que pudiera sufrir su hijo. Estuvo dándole vueltas a la cabeza hasta que encontró una posible solución: hablaría con Eduardo Navarro, un policía de los duros, de la comisaría de Blas Infante, que había sido cliente de la Caja cuando él estaba de subdirector. Le había hecho un favor, agilizándole los trámites de un crédito, cuando lo de su separación. Aunque él no es de los que pasan factura por los favores hechos, en este caso estaba en peligro la vida de su hijo.

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Huelga general, y 2

29-05-2011.

El grupo estaba bajo los portalillos, sin saber qué hacer ni qué camino seguir, aunque se palpaba el ambiente. Ese día no se trabajaría y todos seguiría­mos esa corriente que la mayoría de los que pasaban y se detenían a dialogar apuntaban: «Huelga general». A mí, todo eso de huelga me sabía a fiesta. No tener obligación, nada que hacer, como si fuera domingo. Podría ir al cine con los amigos, hacer…, ¡pero si es huelga!, ¡el cine estará cerrado! Ya no me sabía la huelga tan bien.

El grupo se deshizo y cada cual siguió su derrotero. Mi hermano Juan y yo nos fuimos a casa, pues vivíamos en la Torre Nueva junto al molino de Alises. Mi madre, cuando nos vio, nos cogió y nos dijo:

—De aquí no os mováis, pues hay revolución.

Eso tampoco nos agradó: estar en huelga para estar metidos en casa, mientras todo el mundo está en la calle. Yo, buscando un pretexto para salir, vi en la cantarera los dos cántaros vacíos.

—Mamá, voy por agua —le dije—.

—Bueno, id tu hermano y tú; pero, enseguida, aquí…

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Carnaval infantil en el colegio «La Explanada»

28-05-2011.

Un año más llegaron las Fiestas de Carnaval a la bella “Ciudad de los Cerros” y, como no podía ser menos, el colegio “Sebastián de Córdoba” ‑popularmente conocido por “La Explanada”, porque fue construido en el llano o explanada donde se instalaba el recinto ferial antiguamente‑ quiso aprovechar la ocasión de unirse a esta exaltación de la libertad y los sentidos, para hacer su propio camino en pro de esta celebración, instaurada tras la democracia, que tanto gusta y divierte a grandes y, especialmente, a pequeños…

 

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Un puñado de nubes, 48

27-05-2011.

Amalia, sin embargo, tras las dos breves conversaciones telefónicas con León, no se quedó tranquila. Su intuición le hacía sospechar que algo grave le estaba ocurriendo a aquel hombre, al que había conocido hacía poco y por el que sentía, al menos, cierta simpatía; de modo que, en uno de esos arranques a los que ella era muy dada, se plantó en La Luna al día siguiente de hablar con León.

—Ha entrado el sol por estas puertas y se ha producido un eclipse de luna —bromeó barroco, Indalecio, cuando la vio entrar. Amalia sonrió ante la verborrea del camarero—.

Había llegado a la hora en la que, según ella, solían tomar café Alfonso y León. Miró a su alrededor y comprobó que las escasas mesas estaban vacías, salvo una en la que jugaban al tute cuatro hombres ya de edad, que la miraron con indiferencia y siguieron en la partida, mientras alguno sorbía escandalosamente los restos del café, ya frío, que quedaba en su taza.

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Análisis postelectoral

26-05-2011.

Finalizado el intenso ajetreo del período electoral, los partidos políticos reflexionan con calma sobre los resultados de las urnas y estudian las estrategias que seguir en la nueva legislatura. Pocas sorpresas, para mí, ha arrojado el recuento de las papeletas del 22 de mayo; ni siquiera, el “cero patatero” en concejales que han obtenido cuatro de las nueve formaciones políticas que han concurrido a los comicios municipales. Dicho sea esto con el mayor respeto y con sincera simpatía; porque, si algo demuestra esta variopinta “escalera de color” de póquer político, es la difusa línea divisoria que separa, de las demás, a cada una de las formaciones políticas en los proyectos municipales. Vayan, pues, mis felicitaciones a quienes han participado y no han obtenido resultados, por cuanto representan a una juventud inconformista, con ánimos de trabajar y con ganas de encontrar soluciones a tantos problemas que nos han creado desde instancias superiores.

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Un puñado de nubes, 47

25-05-2011.

Después de darse a conocer, León estuvo estrechando manos y repartiendo abrazos a diestro y siniestro. «¡Cuánto viejo!», pensó. «¡Cuánto viejo nostálgico!». Allí se fueron presentando Portal, Miguel y Juan José Jurado, Garrido Corchero, Manolo Ballesta, Galán, Curro Vela, Manolo Jurado, Juan García ‑que era de El Puerto de Santa María‑… Todos estudiaron con los “Profesionales”, menos Manolo Ballesta y Manolo Jurado que eran de Magisterio. La mayoría de aquellos “viejos” habían sido “Niños del padre Luque”, en los gratuitos de Portaceli, que más tarde irían a Úbeda. Estaban intentando organizar en la ciudad una asociación de safistas en Sevilla. León los observaba a todos. El tiempo había ajado a sus antiguos compañeros con rabia ‑a unos más que a otros‑. Sin embargo, comprobó en todos una extraña alegría juvenil. En el tiempo que estuvo con ellos, ninguno “renegó” de su condición de safista: todo lo contrario. Había en ellos un sentimiento de gratitud y un recuerdo dulcificado de las estrecheces de aquellos años. León se contagió de aquel espíritu jovial. Les habló de Alfonso, de que también estaba en Sevilla, de que había regresado de Suiza «hecho un marqués rumboso».

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«Mis cuentos»: antecedentes, presentación y consecuentes, y 3

24-05-2011.

Nos dice que le hubiera gustado hacer un comentario serio sobre cada uno de los cuentos de este libro basándose en la teoría de V. Propp, destacando que las treinta y una funciones básicas de que consta su estructura están presentes en todos estos cuentos y que, sin intentarlo, Margarita ha construido una perfecta morfología de valores constantes y variables. Acaba felicitándola y animándola a que siga recopilando cuentos en su digna labor de maestra de niños.

Y para terminar la velada, hago un somero panegírico de mi mujer: maestra decana de su amado colegio Virgen de Guadalupe; competente ama de casa y celosa madre de dos extraordinarias hijas; y que, a pesar de sus múltiples tareas cotidianas, ha tenido tiempo de escribir historias con feliz redondo, cuando hoy en día parece que se lleva todo lo contrario. Además de que ella tiene un sentido y habilidad especiales para las labores del hogar. Me permito contar un secreto: siempre creí que ella haría una exposición de labores antes que la presentación del libro que traemos entre manos.

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Un puñado de nubes, 46

23-05-2011.

León estaba preocupado. No quería, sin embargo, que su hijo se diera cuenta de su intranquilidad. No debía haber permitido que Juan se ocupara del asunto de Rosalva. No se perdonaría en la vida que le ocurriera algo irreparable. Mientras los jóvenes andaban preparándose, él se mantenía pendiente del teléfono móvil por si llamaba Alfonso. Todo tenía que hacerse con sumo cuidado. No había que dar un paso en falso. Pero también debía dar la sensación de normalidad, siguiendo la rutina de todos los días. Sonó el teléfono. Aguardó unos instantes. No, no era Alfonso. El número era de otro móvil. ¿No le había dicho Alfonso que llamaría desde un teléfono fijo? No contestó a la llamada. Salió de la casa, después de advertir, a la muchacha limeña y a su hijo, la máxima discreción posible. Él seguiría como si nada ocurriera. Se alargó hasta el quiosco de prensa.

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