Nos dice que le hubiera gustado hacer un comentario serio sobre cada uno de los cuentos de este libro basándose en la teoría de V. Propp, destacando que las treinta y una funciones básicas de que consta su estructura están presentes en todos estos cuentos y que, sin intentarlo, Margarita ha construido una perfecta morfología de valores constantes y variables. Acaba felicitándola y animándola a que siga recopilando cuentos en su digna labor de maestra de niños.
Y para terminar la velada, hago un somero panegírico de mi mujer: maestra decana de su amado colegio Virgen de Guadalupe; competente ama de casa y celosa madre de dos extraordinarias hijas; y que, a pesar de sus múltiples tareas cotidianas, ha tenido tiempo de escribir historias con feliz redondo, cuando hoy en día parece que se lleva todo lo contrario. Además de que ella tiene un sentido y habilidad especiales para las labores del hogar. Me permito contar un secreto: siempre creí que ella haría una exposición de labores antes que la presentación del libro que traemos entre manos.
Margarita toma la palabra y, disimulando los nervios interiores, lee serenamente el parlamento que tiene preparado, al igual que los anteriores ponentes han hecho.
Va detallando la sorpresa que le produjo, el pasado día de su santo, tener entre sus manos Mis cuentos y que, además, había de presentarse en este recinto en que hoy nos encontramos. Nos cuenta su afición por la lectura y cómo se produjo la gestación de algunos de estos veintisiete relatos, pues fue su marido quien empezó a inventarlos y contarlos a sus hijas a la hora de acostarse, y que su hija Margarita se los volvía a contar a ella. Como no querían que se perdiesen, los fue anotando y así se elaboraron los seis primeros. Los demás fueron de su propia cosecha.
Nos explica cómo salieron de su pluma “El desván mágico” o “Sirenila”, así como “El pino infeliz” que está inspirado en un viaje a la Sierra de Cazorla, yendo con unos amigos, o “Juan, el Pescador” durante las vacaciones de Torre del Mar… Sólo “Yudi” es una historia real de la perrita que tuvieron en su casa.
Muchos de ellos los usó como dictados y todos tienen en común que acaban bien y contienen una ejemplar enseñanza. También nos relata cómo Paco Tallante no tuvo inconveniente en ilustrarlos gracias a su amabilidad característica.
Finalmente, va dando las gracias a su marido Fernando, a Antonio Ceballos, a Paco Tallante, a sus hijas Margarita y Mónica, a su padre José Latorre que le enseñó a leer, a su madre que siempre respetó los ratos dedicados a la lectura, y a todos los presentes por acompañarla y escucharla tan atentos. Como regalo, lee al expectante auditorio “El pino infeliz”, lleno de sentimiento y emoción, cual exquisita cuentacuentos…
Los aplausos suenan más intensos para ella que al resto de los ponentes, pues bien que se lo merece.
Ahora llega el capítulo de dedicatorias a los múltiples libros que tanto Mónica como César han vendido antes y después del acto de presentación.
La autora se esmera mucho con todos los que se acercan a su mesa de trabajo. Hay infinidad de amigos, compañeros docentes, antiguos y actuales alumnos, familiares, etc., que a su vez departen tranquila y cariñosamente con ella y otros asistentes. El Auditorio del Hospital de Santiago se inunda de un colorido y una música especial que parecen oírla cada uno de los presentes y donde también las charlas desinteresadas y el encuentro sincero son moneda de curso legal.
Son las diez de la noche cuando se acaba todo. Como había apalabrada una cena familiar y amigable en El Cebadero, allí nos dirigimos.
Van arribando todos los invitados: la familia más íntima, los intervinientes en la presentación y algunos amigos.
La cena es sustanciosa, sabrosa y entretenida, donde cada uno da de sí lo mejor que tiene en un ambiente ya más distendido, calmando el hambre y la sed que a tan avanzada hora ya se gasta. Destaca “El tito Pepe” que con su gracia y chispa no se cansa de contar chistes que provocan hilaridad y risa continuada. Los tres abuelitos disfrutan de lo lindo, comprobando que la familia se encuentra más unida con motivo del nacimiento cultural de otro nieto en letra impresa (Mis cuentos) que ha servido para unir a todos, cual cuento de hadas con desenlace feliz.
El poeta José Latorre García. Sentido brindis por el libro Mis cuentos.
El final llega con pena, aunque con gloria, pues según dice el proverbio Panza llena no tiene pena… Es la una de la madrugada cuando Cada mochuelo (se va) a su olivo, llegando a los respectivos domicilios particulares con gran cansancio físico y psíquico acumulados, siendo los abuelitos-bisabuelitos los primeros que desfilan. ¡Han resistido hasta tan tarde como valientes leones de su tribu…!
Los sueños serán felices al saber que todo se ha desarrollado con normalidad y que la calidez y entrega de la familia, de los amigos y de los compañeros ha alcanzado un nivel muy alto…
Luego, llegarán entrevistas televisivas y radiofónicas que la novel escritora solventará perfectamente con unas tablas de experta encomiable. También se publicarán comentarios periodísticos en Úbeda Información, Ideal, Diario Jaén, IBIUT… de este evento literario que siempre servirán para corroborar el alto nivel de aceptación que el libro Mis cuentos y su autora han tenido entre la ciudadanía de Úbeda…