León tenía lágrimas en los ojos. Llevaba un tiempo que tenía la lágrima fácil. Amalia lo observaba discretamente y también con discreción se le acercó por detrás. Él la presentía como una protección. Y, sin volverse, dijo:
—Alfonso. Su carta de despedida. Tiene para todos nosotros.
Ante el aire circunspecto de Amalia, León añadió: