“Los pinares de la sierra”, 183

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

1. Como perros y gatos.

Portela y Fandiño, después de acompañar a Soriano y María Luisa, estaban en un rincón de Los Intocables bebiendo cerveza y fumando un cigarrillo tras otro, a la espera de noticias, con esa inquietud que caracteriza a las personas que se preparan para cometer un delito. Paco hacía mala cara, le había crecido la barba y tenía los ojos muy hundidos. No obstante, el día no había ido mal: se habían cerrado cinco operaciones; los vendedores pasaron por casa de los clientes a recoger las pagas y señales ―veinticinco mil pesetas por parcela―, y las firmas de los contratos estaban previstas para el día siguiente, a partir de las siete de la tarde.

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