“Los pinares de la sierra”, 170

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

1.- Unos razonamientos tiernos y persuasivos.

Poco antes de las tres de la mañana, aparcó Soriano su automóvil frente a la portería y cogió el ascensor sin advertir que María Luisa lo había visto llegar, asomada al balcón del dormitorio, en bata y zapatillas. Al oír el ascensor, cogió un libro, se metió en la cama y esperó a Narciso, que abrió la puerta sin hacer ruido y entró en el dormitorio, descalzo y de puntillas. Al verla despierta, dejó los zapatos a los pies de la cama con mucho cuidado, se acercó a besarla y le dijo con especial ternura.

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