Por Dionisio Rodríguez Mejías.
3. La prudencia no es suficiente, pero ayuda.
Sin poder ocultar una sonrisa, la señorita Claudia se le quedó mirando, calló por un momento y dijo, finalmente, en un tono claramente mordaz.
―No te preocupes; en caso de que tu ausencia le provoque un trauma emocional, cuando vuelvas a Lugo con la pasta ya verás cómo se recupera. ¡No hay mejor medicina!
―Pero ¿me quiere dejar en paz, señorita? ¿Le he dicho yo a usted alguna cosa para ofenderla?