“Los pinares de la sierra”, 185

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3. La prudencia no es suficiente, pero ayuda.

Sin poder ocultar una sonrisa, la señorita Claudia se le quedó mirando, calló por un momento y dijo, finalmente, en un tono claramente mordaz.

―No te preocupes; en caso de que tu ausencia le provoque un trauma emocional, cuando vuelvas a Lugo con la pasta ya verás cómo se recupera. ¡No hay mejor medicina!

―Pero ¿me quiere dejar en paz, señorita? ¿Le he dicho yo a usted alguna cosa para ofenderla?

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