“Los pinares de la sierra”, 169

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

8.- Los timos son para los artistas.

Salieron a la calle. A partir de las doce de la noche, Barcelona cambiaba de fisonomía; como barridas, por la suave brisa que subía del mar, las calles quedaban desiertas a la luz del mortecino brillo de las farolas. Solo algún peatón, mirando a su espalda de soslayo, caminaba deprisa por la acera de regreso a casa, mientras los últimos autobuses se dirigían a su retiro. A causa de la euforia de las cervezas, Roderas se acercó a Portela y le dijo en voz baja, procurando que Martina no le oyera.

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