Por Dionisio Rodríguez Mejías.
4.- Unas palabras inquietantes.
Gálvez miraba a su esposa y sonreía dulcemente.
―Y todo, gracias al robo de los cartuchos. De lo contario seguiría persiguiendo a chorizos y terroristas, y ganando unas diez mil pesetas que es lo que ganan en la actualidad mis compañeros de promoción. Lo único lamentable fue la muerte del cura, pero ¿quién iba a pensar que podía ocurrir una cosa así?