“Los pinares de la sierra”, 84

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

2.- El baile y el banquete.

Se sirvieron numerosas bandejas con croquetas de pollo o de jamón; marisco variado; surtido de ibéricos; es decir, tacos de queso manchego con jamón del país; “pulpo con espuma de cachelos” (o sea, con patatas cocidas); y una degustación de paella valenciana, que no precisa de más aclaración. A la hora de hacer los honores a las viandas, los más activos eran los vendedores, cuyo estómago, acostumbrado a los bocadillos de mortadela y a los perritos calientes, tenía una función acaparadora como la joroba de los camellos, en previsión de peores carestías. A la hora del baile, el más solicitado por aquel ramillete de románticas clientas era Velázquez, que no dejaba a una cuando ya tenía otra entre sus brazos. Siempre se presentaba con las mismas palabras:

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