Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2.-“El Málaga”. ¡Cuánta gente admirable se conoce en la calle!
Los informes los hacía a mano a última hora de la mañana en el Doria, la cafetería de la esquina entre la Rambla de Cataluña y la calle Córcega. Allí conocí a “El Málaga”, un limpiabotas de aspecto agitanado, simpático y buena persona, que empezaba la jornada a las ocho de la mañana en el Sándor y terminaba a las diez de la noche en la terraza del Plaza, junto a El Corte Inglés de plaza de Cataluña. Qué mérito tienen algunas personas. Venía hasta adonde estabas sentado, te ofrecía un cigarrillo y, si le decías que no necesitabas sus servicios, respondía.