Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2.- La italiana que leía las rayas de la mano.
La fiesta se celebraba en un piso que los padres de Ana habían alquilado a Susi García y a otras dos compañeras de curso. Aquel apartamento era el Arca de Noé: allí se reunían estudiantes y profesores de todas las facultades ‑tanto españoles como extranjeros‑, algunos de los cuales hablaban el español con dificultad. En el piso, la luz era tenue, tirando a misteriosa. Había una soberbia librería y el resto de muebles los habían arrimado a la pared para despejar la habitación. En el único rincón libre de la estancia, una muchacha cantaba tonadillas de Joan Báez, acompañada de una guitarra. Llevaba una túnica de color esmeralda, adornada con pedrería en forma de medallones y figuras precolombinas: monos, pelícanos y culebras de dos cabezas. Llevaba también brazaletes dorados, tobilleras y mocasines de color beis. La llamaban Samita.