62. Miliciano de cultura

Por Fernando Sánchez Resa.

Había diferentes hechos que demostraban que la cultura (en el bando rojo) era casi nula: la mitad de los soldados no sabía leer ni escribir y el resto apenas sabía estampar su nombre y apellido; incluso los jefes y oficiales tampoco la tenían, pues su vida no fue nunca de libros o estudios… Había bastantes ejemplos que lo demostraban: nuestro comisario político había sido antes camarero en un café malagueño; el jefe mayor de la Brigada, un simple chófer; y así podríamos seguir… Su falta de cultura e instrucción les obligaba a dejar los cargos de responsabilidad (como escribanías y contabilidad) en gente marcadamente de derechas; de ahí que los tuviesen constantemente vigilados… Por eso me dieron el puesto de enseñar a leer y escribir a los soldados (juntamente con otro maestro nacional), por lo que mi ocupación no era excesiva y me libraba de servicios en el cuartel y de peligros. Ejercía mi función durante dos horas diarias para, a continuación, repasar escritura y cálculo a cabos y sargentos, pues había sargentos propuestos para tenientes que no sabían dividir ni por una cifra, y otros sargentos que no sabían ni sumar…

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