Ruta del colesterol

En Úbeda, como en cualquier pueblo o ciudad que se precie, hay diferentes rutas del colesterol, vulgarmente llamadas… Unas más extensas, otras más reducidas; algunas más transitadas, otras más recónditas y solitarias…

Yo, desde que me he jubilado, he experimentado un cambio radical de vida que dista mucho de lo que hacía habitualmente antes… Entonces me dije, al cambiar de estado laboral: «Puedes ir a un gimnasio; practicar natación; jugar al pádel, tenis o al futbito; o a hacer múltiples actividades deportivas…».

Al final, me decanté por andar: la primera y principal actividad para la que está hecho el ser humano; tan recomendada por médicos y fisioterapeutas con el fin de conservar y mejorar la salud, pues se puede hacer: en cualquier sitio, a cualquier hora y con o sin acompañante… Comprendo que esta actividad no le hacía falta a nuestros padres y abuelos, pues si ya las madres bregaban en casa más de lo suficiente, ¿cuándo iban a tener tiempo y fuerzas de hacer extras saliendo a andar…? Y, si los padres tenían que ir andando (o en borrico) al tajo del campo, ¡bastante ejercicio físico habían realizado ya…! Pero claro, las nuevas generaciones tenemos una vida más plácida y menos esforzada, por lo que hemos de realizar una actividad física que compense las muchas horas que estamos sentados ante el ordenador, la televisión, el libro de lectura o estudio… que todo hijo de vecino ejerce al día.

La hora de transitar la ruta del colesterol es variada. Unos, escogen la mañana, muy temprano, haga el tiempo que haga y sea primavera, verano, otoño o invierno, con la excusa de sacar al perro o con la razón más apropiada, y se pegan unas “tupitinas” de andar que no se las salta un galgo… Otros (mejor otras), escogen entrado ya bien el día, tras dejar a los niños en la guardería o cole… Algunos, lo hacen después de comer, yendo al cementerio para tratar de hablar con los seres queridos que se fueron… Otros muchos lo hacen por la tarde o noche, bien pertrechados de su equitación deportiva o sencillamente vestidos de calle, sin poder ni querer disimular su palpable actividad… Una vez acabada la faena pedestre, se ha de tener cuidado de no echar por tierra todo lo ejercitado, pues, si se tira a la comida como “perro hambriento”, el esforzado ejercicio no ha servido para nada…

En mi querida ciudad, hay diferentes rutas del colesterol. La más larga es la que circunvala Úbeda desde el Parque Norte, pasando por la avenida de Linares, redonda de Santiago, avenida de la Constitución, ronda de Antonio Muñoz Molina, redonda de Miradores, Parque del Carmen, Cruz de Hierro, Trillo, Antonio Machado, terminando por atravesar las calles del barrio San Pedro o dando la vuelta por la avenida de La Loma…

La ruta más habitual y sencilla es irse a dar vueltas (las que se apetezca o se sienta obligado uno) al rectángulo del Parque Norte… Puede hacerse también un recorrido personal (o más variado) transitando por las añejas callejas de la Úbeda profunda y medieval, o por la moderna urbe que crece junto al Parque Norte y al Cerro de la Atalaya… Todo es cuestión de gustos, edad, compañía… Lo importante es disfrutar de este deporte universal que ya los griegos practicaban, con Aristóteles y su academia de peripatéticos a la cabeza…

Ahora, que tan motorizados nos encontramos y necesitamos el coche o la moto para todo, nuestra generación de jubilados (y de otras diferentes edades) ha descubierto lo sano, agradable y entretenido que es disfrutar de un refrescante paseo recién levantado, después de comer, o tras dejar a los niños (a buen recaudo) en la guardería o el cole, etc., al ritmo que cada cual se marque, para ir charlando con el amigo habitual u ocasional; o para marchar en solitaria compañía, enhebrando y desenredando la madeja inagotable y variada de pensamientos, sentires, sensaciones y recuerdos que cada cual nos tejemos, para ir construyendo (en definitiva) el sayo mental que más nos apetezca, sacándole todas las ventajas posibles…

En Úbeda (además de ser Patrimonio de la Humanidad), como en cualquier pueblo de España, estamos un batallón de paseantes que salimos a la calle con la excusa de luchar contra los índices del colesterol malo y nos divertimos jugando a ser niños mayores que se encuentran por los más variopintos enclaves de la ciudad para saludarse y comunicarse lo más cotidiano: vivir con salud, en amor y fraternidad…

Úbeda, 23 de abril de 2013.

fsresa@gmail.com

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