El tintero olvidado

(A mi padre)

Hace más de cincuenta años, los niños utilizábamos tinteros y plumas metálicas para escribir; no es como ahora, que usan preciosos bolígrafos de colores capaces de ilustrar cuadernos maravillosos.

Un tintero era un pequeño frasco, lleno de tinta, en el que se mojaba continuamente con una plumilla que se introducía en un palo largo y redondo, llamado «palillero».

Me parece que fue mi tía María, que era también mi madrina, quien me había comprado aquel tintero, de marca Pelikan, que era el que mejor tinta contenía de todos los que se vendían en las papelerías.

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