Una boda diferente

Y estando en los aledaños del verano, aunque la temperatura y el ambiente ya lo eran, fuimos invitados a un nuevo enlace matrimonial. Esta vez del hijo de nuestros queridos amigos Ana y Antonio. La tarjeta de invitación, de estilo clásico refinado, llevaba tiempo obrando en nuestro poder, por lo que sabíamos que estábamos convocados a la bella ciudad de Montoro (Córdoba) para el sábado, 7 de junio de 2014, a las ocho de la tarde, en “La Casa de las Tercias” (Museo del aceite). Para mí (y algún invitado más) iba a ser una novedad: la primera boda civil a la que asistiría; por lo que me encontraba expectante con el novedoso evento…

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Entrevista a Juan Vico Hidalgo, sacerdote y “personaje del año”

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

El presbítero Juan Vico (1908‑1977), al que se refiere nuestro articulista Ramón Quesada, pertenecía a una afamada familia ubetense, cuyos miembros destacaron en el sacerdocio y en las letras. Juan Vico cursó sus estudios en el, entonces, llamado “Seminario Menor” de Baeza, completando los cursos superiores en el de Jaén. Ejerció su ministerio en varios pueblos de nuestra provincia y colaboró en distintos medios de comunicación, así como en varias revistas culturales, siendo famosas sus obras poéticas. Factores que fueron decisivos para hacerse acreedor de la distinción de “personaje del año 1975”, galardón que no se concede en la actualidad. Su progenitor, Juan de Dios Vico Tamayo, fue oficial mayor del Ayuntamiento en los años anteriores a la guerra civil, por lo que pasó a vivir en el propio Palacio de las Cadenas, donde nacieron, al menos, dos de sus hijos ‑Antonio y José‑, que cultivaron con celo la poesía, además de desempeñar sus funciones administrativas en la secretaría del Ayuntamiento.

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El valor de los regalos

A lo largo de la vida son muchos los regalos que nos hacen, pero cuando pasa el tiempo, la mayoría de ellos no forman parte ni de nuestro recuerdo. Por el contrario, hay otros que, aunque aparentemente no tienen valor, pueden ser responsables de una gran parte de lo que somos.

¿Se podría relacionar nuestra felicidad con un pequeño poema que alguien dejó cerca de nosotros cuando éramos muy jóvenes?

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“Barcos de papel” – Capítulo 03 b

2.- Lujuria y conciencia social.

A primeros de julio, recibí carta de mi amigo “El Colilla”: me decía que era jefe de zona de los laboratorios LAMDER S.A. de Barcelona y que, si me decidía a marcharme con él, podía enchufarme en el departamento de contabilidad de la compañía. Mi madre se puso loca de contenta. Iba por la calle enseñando la carta a las vecinas y dando gracias a Dios por haber escuchado sus plegarias. ¡Una colocación! Aquello era un milagro. Hubiera preferido que el trabajo no estuviera tan lejos, pero el Sagrado Corazón de Jesús ‑de quién era muy devota‑, no le negaría su ayuda. Cómo la vería, que tuve que obligarle a tomar una taza de tila, no fuéramos a tener una desgracia.

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Velocidad histórica

Yo creo que a veces nos damos poca cuenta de que vivimos en época histórica. De acuerdo, no me sea tiquismiquis, que toda época es histórica por el mismo hecho impepinable de su transcurrir; mas me refiero a época en la que se producen hechos que puede que tengan trascendencia histórica; hechos que pueden modificar el tránsito de los acontecimientos; en suma, hechos que nos pueden afectar aquí y ahora o pueden afectar a generaciones venideras.

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Recordando a don Manuel García Tejada

Era un nueve de junio de 1999, muy cerca ya de las vacaciones estivales, cuando un hombre, con ochenta años cumplidos, dio por terminada su estancia en la Tierra y se marchó a hacer su último y definitivo “examen de amor” al Dios en quien tanto creía y confiaba. Se encontraba muy malito ‑¡qué mal ha de encontrase uno para morirse!‑, y con ansias fundadas de dejar este mundo para siempre, pues ya había cumplido su misión…

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Andrés Garrido Aranda, pintor y poeta

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

El titular al que se refiere el presente artículo fue un egregio ubetense, nacido en 1918 y fallecido en 1976, que se distinguió más como pintor que como poeta. Desarrolló, entre otras, una labor educativa en la asignatura de Dibujo, en la antigua Escuela de Artes y Oficios, que se encontraba en el actual conservatorio de música del paseo “Mercao”. Su pasión por el arte y por las “cosas bien hechas” hizo que sintonizara perfectamente con Ramón, y éste lo llevó al libro: Úbeda: hombres y nombres. El presente artículo complementa a lo publicado en el citado texto.

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“Barcos de papel” – Capítulo 03 a

1.- Aquellos años de ingenua felicidad.

El colegio de Valprados era el mejor de toda la provincia: amplio, moderno, limpio y muy cuidado. A la entrada, había una explanada grande y espaciosa, como la plaza de un pueblo, cercada por tres edificios de estilo renacentista: a la izquierda, la iglesia, con una torre esbelta y distinguida; enfrente, el pabellón principal en el que destacaba un espléndido patio de columnas que hacía funciones de gran distribuidor, desde el que se accedía a las estancias de los jesuitas, a la residencia de profesores, al comedor y a nuestros dormitorios; y, a la derecha, se encontraba el tercer edificio, con las clases y las salas de juegos para los días de lluvia. En la parte posterior de la finca, habían allanado los desniveles del terreno para proyectar los campos de deportes, construir los talleres y el gran salón de actos con capacidad para ochocientos alumnos.

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De principios

«Estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros» (Groucho Marx).

Magnífica declaración de intenciones que deberían llevar bien visible muchos (y muchas) de los que más presumen, alardean e incluso nos conminan admonitoriamente a tenerlos. Porque son ellos, precisamente ellos, quienes menos los aplican; eso, cuando supuestamente los tienen.

Claro que hay quienes sí los tienen, mas no les interesa declararlos, que se sepan. No es que no tengan principios, es que son tan impresentables e inadmisibles que no quieren que se conozcan.

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