17-06-2011.
Todo un jolgorio. La entrada de Alfonso y León en La Luna semejaba la aparición ante los hinchas de un club de un nuevo fichaje. Sin embargo, a Alfonso le costó trabajo salir del coche. Le dolían todos los huesos. ¡Menuda paliza le dieron los cabrones del capo! Tampoco se sentía seguro. Temía perder el equilibrio de un momento a otro y caer redondo al suelo.
—¡Por fin regresan los hijos pródigos! Helos ahí, en pareja; que cualquiera que no los conociera podría pensar cualquier cosa.
Indalecio los recibió con su elocuente y disparatada verborrea de siempre.