24-03-2011.Quien vive en permanente actitud de aprendizaje,
cada instante desvela un “misterio”.
De nuevo, Fernando Sánchez Cortés, mi padre, ha sentido fuertemente la inspiración que la dictan su memoria y sus años amorosamente entretejidos en la ciudad que lo vio nacer y, gustosamente, nos brinda nuevos e interesantes retazos del acontecer ubetense y personal, pero centrándose principalmente en ser un testigo fiel -y de corta edad- de los trágicos acontecimientos que envolvieron a Úbeda en los años de nuestra fratricida Guerra Civil.
Con su portentosa memoria nos va fotografiando la Úbeda de nuestros abuelos y antepasados que posiblemente esté archivada en las mentes de las personas mayores que aún viven o de los pocos documentos que se salvaron de la barbarie de julio de 1936.
Éste, su segundo libro, viene a ensanchar la visión histórica local -sin ninguna pretensión historiográfica- de un ciudadano de a pie que, sin apenas cultura libresca, pretende aportar su grano de arena para que, una vez conocidas las atrocidades que se produjeron en nuestra querida ciudad, sirvan de escarmiento en cualquier futuro próximo o lejano, ya que Úbeda perdió bastante de su esencia con ese bárbaro desahogo.
Como amante de su ciudad, de sus paisanos y de su familia, una vez más ha dejado su fruto maduro, producto del tiempo vivido, pero tamizado por su inquieta mente para que el lector amigo aproveche el valor emotivo y testimonial que las páginas siguientes conllevan.
Si todo vivir trae una estela de luz y esperanza, estas éticas vivencias desparramadas en este libro han de servir para que lector y autor se sientan hermanados en el mensaje que aporta: «Ama la vida y a tus semejantes. Odia las guerras, pues son mal presagio de la convivencia entre los hombres».
Solamente habré de pedir a Dios que prolongue la vida de mi padre para que pueda seguir brindándonos este agridulce champán que destila su madura mente.