Un puñado de nubes, 22

21-03-2011.

En una mesa, discretamente apartada de las miradas inoportunas, conversaban Amalia y Alfonso. León, antes de dirigirse hacia ellos, pensó que aquella mujer lo había defraudado. Pronto había mostrado su actitud coqueta y frívola, aceptando la invitación de otro hombre con el que ni siquiera se había citado. Sin embargo, no quiso echarle toda la culpa a Amalia. Alfonso habría tenido que ver mucho en aquella jugada. Porque lo que habían hecho era una mala jugada. Así que intentó sacar cierto cinismo, al que no estaba acostumbrado, y decididamente se llegó como si nada a la mesa de Amalia y Alfonso.

—Hombre, Alfonso, ¿quién iba a pensarlo de ti? ¿Tú acompañado de una mujer? ¿Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras? —espetó sonriente y preguntó con sorna—. ¿No me la presentas?

Amalia enrojeció de inmediato. Reconocía perfectamente aquella voz: la misma que había estado hablando los últimos días con ella por teléfono. Miró al recién llegado y comprobó que llevaba una flamante corbata roja. Le alargó, indecisa, la mano cuando oyó decir a Alfonso:

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«Bases para el comentario», y 5c

20-03-2011.
5.4. Pausa y encabalgamiento
Además de las pausas marcadas por los signos de puntua­ción de la sintaxis, como pueden ser la coma, el punto y coma, los dos puntos, etc., en el verso podemos conside­rar dos pausas fundamentales: la pausa versal y la pausa estrófica.
5.4.1. Pausas versal y estrófica
Se produce al final de cada verso y es obligada; por lo que, a la hora de hacer la lectura de un texto versal, habrá de hacerse una pausa tras cada verso y evitar leerlo como si de prosa se tratase.

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