Un puñado de nubes, 21

18-03-2011.

De vez en cuando, León iba a la peña bética NINÁ‑NINÁ” a echar la partida de dominó por distraerse y a la vez enterarse de los chismes del barrio, borrar los nombres conocidos que se habían separado o muerto, reírse de las últimas ocurrencias del concejal de ocio y tiempo libre, “llorar” por los problemas del Sevilla, eterno rival de su Betis, etc.

Le gustaba sentarse ante aquellas mesas de metro cuadrado de mármol que lo mismo servían al camarero para anotar con tiza la ración de pescaítos fritos que para desahogarse dando fichazos y ahorcando al seis doble. Cuando jugaba de compañero con su amigo Antonio, que era un militar jubilado, entonces ganaba siempre, con el consiguiente choteo de las parejas perdedoras que no osaban defenderse, aunque juraban “guerra” en próxima oportunidad. «No sabéis ni tentarlas», les decía León con su eterna media sonrisa. Y Antonio se redefinía el bigote y sentenciaba: «Las batallas se ganan con estrategia y complicidad».

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