Andrés Garrido Aranda, pintor y poeta

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

El titular al que se refiere el presente artículo fue un egregio ubetense, nacido en 1918 y fallecido en 1976, que se distinguió más como pintor que como poeta. Desarrolló, entre otras, una labor educativa en la asignatura de Dibujo, en la antigua Escuela de Artes y Oficios, que se encontraba en el actual conservatorio de música del paseo “Mercao”. Su pasión por el arte y por las “cosas bien hechas” hizo que sintonizara perfectamente con Ramón, y éste lo llevó al libro: Úbeda: hombres y nombres. El presente artículo complementa a lo publicado en el citado texto.

Andrés Garrido Aranda es un pintor de paisaje, de Úbeda. Un pintor ya consagrado que siente profundamente, en su corazón de artista y de hombre, el haber nacido en esta tierra plagada de monumentos, de arte, de escritores, de pintores, de poetas, de héroes y de belleza.

Pero Andrés Garrido Aranda lleva también en su alma el aliento poético. Esta faceta, menos conocida que la pictórica, brilla, como sus cuadros, de la paz que ofrece todo lo hermoso en el sereno amanecer de un horizonte luminoso y del exquisito sabor de la fruta madura.

Porque el arte poético ‑muy nuevo‑ de Garrido Aranda, naciente tal vez de su fina sensibilidad de artista, es dulce como el fruto y sensible como el néctar de la flor silvestre de los prados, que él lleva al lienzo. Su refinamiento artístico en ambas vertientes, que son su vida, está demostrado firmemente en sus exposiciones de óleos. Su pintura es clásica de verdad y de la buena; la que no plasma figurismos que contradigan, ni obligan a la imaginación interpretativa de sus admiradores. Por eso, su poesía, nacida de un mismo corazón, de un mismo cerebro sereno y grandilocuente, está ligada a la misma tendencia, al mismo estilo comunicativo, que habla por sí mismo.

En esta poesía, dedicada o inspirada por su madre difunta, Andrés Garrido Aranda abre su interior al sentimiento cuando dice:

Al cementerio fui
y en son de paz entré;
entre flores y cipreses
un sendero escogí.

Sencillo, tierno y conmovedor es este poema de Garrido Aranda. Un canto lírico, como él siente, y escogido al azar entre los muchos que en su carpeta duermen, esperando la resurrección a la luz, a la vida de una antología que él prepara. Mientras duerme el poeta, esperando aires de triunfo, el pintor nace a la realidad y prepara una exposición de paisajes para la próxima Navidad en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Córdoba.

En Andrés Garrido, pintor‑poeta, tiene sin duda Úbeda un buen heraldo de sus paisajes y de sus letras.

(04‑12‑1975).

 

almagromanuel@gmail.com

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