Eje divisorio de Santa María y parroquia de Santo Domingo

 

Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.

Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.

Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.


Las actuales calles de Juan Montilla y Prior Monteagudo constituyen el eje divisorio entre la parroquia de Santa María y las de Santo Domingo y San Lorenzo. Esta visita la comenzaremos con la primera de dichas calles, para proseguir por algunas correspondientes a la jurisdicción parroquial de Santo Domingo.

La de Juan Montilla ‑en su primer tramo sólo‑ formó parte del Real Viejo. Real porque, tras la reconquista de la ciudad, la calle pasó a ser posesión del monarca, mientras que el adjetivo Viejo denota su mayor antigüedad respecto a la otra parte del mismo nombre.
También se llamó de El Colegio (Colegio de Niños de la Doctrina Cristiana), institución que fundara en 1551 el jesuita Diego de Guzmán y localizada en casas compradas por él en la acera impar o de Santa María. Uno de sus rectores fue el idiota Francisco Fernández, acemilero, procesado por la Inquisición, pero al que luego ‑bajo el apelativo de fray Francisco de Jesús El Indignodiera el hábito de carmelita, en la propia Úbeda, el padre Gracián.
Vecinos notables fueron el regidor Pedro de la Puebla, el hidalgo don Juan Chacón y los mercaderes Juan de Cuéllar y Álvaro Méndez, mención aparte de los sucesivos moradores del palacio de Vela de los Cobos, entre los que hay que destacar al que fuera Ministro de Gracia y Justicia, don Juan Montilla y Adán, al cual se dedica hoy esta calle.
Además del ilustre servicio docente del colegio, gozó el Real Viejo de otros más prosaicos, como los de bodega y mesón.
La plaza, incrustada en su costado izquierdo, no existió como tal hasta finales del XIX, cuando se asoló lo que había sido huerto del monasterio de dominicas, instalado en el actual edificio del Ayuntamiento; si bien fue a principios del siglo siguiente cuando se urbanizó. Pero, bordeando las tapias, sí se hallaba la calle de la Portería de la Madre de Dios, que accedía hasta esta dependencia conventual. En las inmediaciones del área estuvo en 1595 la Casa de Comedias. También recibió los nombres de los fundadores del palacio, Doña Luisa (Carrillo de Mendoza) y Juan Vázquez (de Molina), así como el de uno de sus vecinos más destacados: el Doctor Herrera (don Fernando), graduado en la Universidad de Baeza (fue uno de los cinco primeros) y canónigo de la Colegiata, luego procesado por la Inquisición. Ya, modernamente, se ha venido llamando de [Don Manuel] Alonso Martínez, ministro de Gracia y Justicia como el antes citado y, asimismo, benefactor de la ciudad, que le nombró Hijo Adoptivo; de Los Caídos; y, en nuestros días, de El Ayuntamiento.
Por Horno de Santa Clara pasamos a Baja del Marqués [del Contadero], cuyo palacio construyera el abogado de la Chancillería granadina, don Alonso Gutiérrez de Contreras. Lleva la fecha de 1788. Cuando la hija de su resobrina y heredera, doña Luisa de Zambrana, casó con don José María Pérez de Vargas, III Marqués del Contadero, el edificio comenzó a denominarse con este título nobiliario.
Saliendo a Corazón de Jesús [antes de Santo Domingo o Marquesa(s)], contemplamos una noble mansión en la placeta que se abriera hace tan sólo unas décadas. En ella campea el escudo de los Molina, Córdoba, Valencia y Peñuela, apellidos correspondientes ‑según Barranco Delgado‑ a su fundador, de nombre don Antonio. Sin demasiado rigor, tanto a la casa como a la calle se les denomina de Juan de Valencia.
Superado el segundo tramo de Juan Montilla, llegamos a la calle conocida popularmente como El arroyo de Santa María (que veremos en la próxima visita). En todo lo alto de ella, se abre por su derecha la del Pintor Orbaneja, personaje ficticio, ridiculizado por Cervantes en El Quijote. Pero con anterioridad se llamó también de El Pintor, aunque en este caso, referido a un personaje real, de carne y hueso: Esteban de Quintana, que vivió en esta calle los años justos para darle el nombre de su oficio.
Al otro lado de esta calle hallamos a nuestra derecha las Gradas de Santo Domingo, en cuyas inmediaciones se encuentra la mansión del capitán y regidor Luis de Morales, que vivió a caballo de los siglos XVI y XVII. Casó con doña María Salido de Baeza, viuda de Juan de Cuéllar, por lo que a su casa pasó el “machuelo” que el difunto había prestado a San Juan de la Cruz para venir a Úbeda desde la Peñuela. Se dice errónea y repetidamente que una reproducción de este edificio se encuentra en el Pueblo Español de Barcelona, erigido con motivo de la Feria Internacional de Muestras de 1929.
En realidad, la que allí hay es copia de la numerada con el 2 en la calle de los Padillas. Aquí vivió, desde 1574 al menos, el regidor Diego de Padilla. Él y sus sucesores (Juan de Padilla, entre ellos) dieron su apellido a la calle; pero la casa donde vivieron fue asolada hacia la mitad del siglo pasado y sus restos más valiosos hoy están dispersados por varios lugares.

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