L. V. BEETHOVEN (1770–1827),
Egmont, Obertura en Fa menor, op. 84
Egmont, Obertura en Fa menor, op. 84
Goethe llevó el estilo clásico a su máxima expresión dentro del panorama literario alemán de finales del XVIII y Beethoven realizó otro tanto con respecto a la música. Sólo tuvieron un encuentro personal y una única “colaboración”: la Música incidental sobre la tragedia de Egmont, aunque hubo un propósito por parte del músico de escribir una ópera sobre Fausto que no pasó de unos breves apuntes.
Existe un grupo de oberturas beethovenianas que contienen un breve resumen de la obra completa correspondiente como Leonora, Coriolano o Egmont. Casi podríamos calificarlas de poemas sinfónicos, o dramas en miniatura, similares a las grandes oberturas de Weber y los preludios de los dramas musicales wagnerianos.
Egmont es la emocionante dramatización de un asunto eminentemente romántico: el esfuerzo heroico del individuo contra la injusticia. Su argumento (1810), basado en la tragedia de Goethe, es una pieza de música programática en el sentido más ideal de la expresión. Beethoven no representa la suerte de Egmont como algo individual, sino como la descripción de los sufrimientos del pueblo y su lucha contra los opresores. La Obertura contiene prácticamente la simple introducción de los temas de la obra completa, por lo que recapitula el argumento del drama. Egmont, un noble caballero flamenco y devoto católico, se enfrenta a la cruel persecución de los protestantes de su país, regido a la sazón por los españoles. Acusado de traición por el Duque de Alba, quien le deniega un justo juicio, ordena que sea públicamente decapitado. La respuesta del pueblo flamenco a este ultraje conduce a la rebelión y liberación del yugo español.
Tras el unísono inicial, aparece ‑Sostenuto ma non troppo‑ el ritmo de zarabanda (danza de carácter hispano) que, a modo de lenta y dura introducción, representa al opresor. Le responde un tema animoso y apasionado (Allegro) a cargo de los vientos, que está asociado al espíritu del pueblo flamenco y al propio Egmont. Ambos motivos luchan a lo largo de la pieza hasta que la vida del condenado llega a su abrupto final. La muerte del héroe no es el final de la historia, pues la obertura concluye con un emocionante himno al triunfo de la libertad (motivos de la “Sinfonía de Victoria”) con que concluye el drama completo.
22-06-05.
(35 lecturas).