Un día, hace casi un año, me enteré ‑por casualidad‑ de que en nuestra ciudad patrimonial teníamos una bicoca: un cineclub que unos intrépidos y visionarios cinéfilos había comenzado a promover hacía varios años; primero en La Escuela de Español Abadat, frente al Palacio Angüis‑Medinilla, junto a Santa Clara, y ahora en el palacio Don Luis de la Cueva, en la plaza Josefa Manuel. Seguramente que a los ubetenses nos pasa como a los hijos de los ricos, que no sabemos valorar lo que tenemos pues, cuando se tiene algo tan a la mano ‑y gratis‑, no se le da la importancia que se debiera, hasta que llega gente foránea que nos quita la venda de los ojos…
Así, este selecto club de amantes del cine clásico y moderno, siempre con mensaje, nos invita cada jueves del curso escolar, a las 20:45 horas, a visionar películas ‑agrupadas en ciclos‑ de reconocido prestigio, ilustrándonoslas a su comienzo, para que podamos disfrutar de la programación que ellos mismos elaboran; y todo ello al irrisorio precio de la voluntad de cada uno de los asistentes…
Cuando va avanzando la semana, y llega el jueves, muchos aficionados a la sala oscura del cine se ponen muy contentos, pues se acerca el estelar momento de imaginar ensueños reales proporcionándoles una cultura, unas sensaciones y ciertos sentimientos de amistad, fraternidad, universalidad, regocijo…, al fin y al cabo profilácticos y buenos, terapéuticamente hablando, que difícilmente podrían recoger en cualquier otro lugar, y por tan escaso precio y tiempo.
Hoy en día, cuando el hombre posmoderno no sabe a qué artilugios atender para fijar su atención: internet, televisión… se nos ofrece esta Ítaca de encuentro que el cineclub “El Ambigú” nos regala como cálida mano amiga para ofrecernos el mejor y mayor disfrute anímico para que ese día, cuando caigamos en los brazos de Morfeo, se nos entrecrucen sueños y realidades propios y ajenos. Así, presentando diversos filmes, tratan de rememorar –desinteresadamente‑ nuestra infancia y juventud, cuando en el ambigú de aquellos lejanos cines de verano ‑y también de invierno‑ tan buenas amistades y nostálgicos encuentros nos proporcionaron.
¡Cuántos pueblos y ciudades añorarían tener un cineclub tan espléndido…! Aprovechémoslo como bien se merece, pues la vida es corta y ha de proporcionársele dulces y agradables momentos. Los acontecimientos malos vienen solos ‑dice el dicho popular‑, mas los buenos hemos de ir a buscarlos nosotros mismos. ¡Qué mejor lugar y ocasión que acudir cada jueves, a la noche, al palacio Don Luis de la Cueva de la mano de este selecto grupo de amigos cinéfilos que componen el cineclub “El Ambigú”! Allí nos vemos…
Úbeda, 12 de julio de 2011.