La reacción del jugador de tenis

24-09-2011.

Siempre he tenido, y tengo, a Blas Lara por un sabio cordobés, por un dios andaluz, exiliado voluntariamente en el rincón más verde, alejado y discreto, de las montañas suizas. Le imagino descansando en un claro del bosque, pensativo, meditando verdades permanentes, sobre una alfombra de hojas de color cobre y oro; con la cabeza orlada de nobles canas, reposando en el tronco de un olivo antiguo, refrescando enseñanzas con sabor añejo; ese sabor que tienen las verdades de la juventud: verdades que creímos como artículos de fe. Blas podría haber sido uno de esos filósofos que enseñaban en las playas del Mediterráneo, escribiendo, con una vara de cerezo, sentencias en la arena a la puesta del sol. Maestro ambulante, encendido a la aurora, burlón al véspero, melancólico y solo en el ocaso.

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Lo que vio Cristóbal Colón, 6

24-09-2011.

Jueves, 18 de otubre

Después que aclaresció seguí el viento, y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surgí fondeé’ al tiempo que ya no era de navegar, mas no fui en tierra, y en amaneçiendo de la vela.

Viernes, 19 de otubre

En amaneçiendo levanté las anclas y envié la caravela Pinta al Leste y Sueste, y la caravela Niña al Sursueste, y yo con la nao fui al Sueste, y dando orden que llevasen aquella buelta fasta mediodía, y después que ambas se mudasen las derrotas, y se recogieran para mí. Y luego, antes que andássemos tres horas, vimos una isla al Leste sobre la cual descargamos. Y llegamos a ella todos los tres navíos antes del mediodía a la punta del Norte, adonde haze un isleo y una restringa de piedra fuera d’él al Norte, y otro entre él y la isla grande, la cual anombraron estos hombres de San Salvador que yo traigo la isla de Saomete, a la cual puse nombre de Isabela.

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