“Los pinares de la sierra”, 150

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

4.- Ganando a Martini para la causa.

Hacía un buen rato que Paco lo esperaba sentado en una mesa solitaria, en un rincón del comedor, con una caña de cerveza y mirando la carta. Era evidente que no era la primera vez que visitaba el establecimiento, porque cuando la señora intentó disculparse por su error, apareció el dueño, llamó a Paco por su nombre, con gran familiaridad, y le leyó los platos que estaban fuera de la carta. De primero tomaron jamón de Jabugo y pimientos de piquillo; y de segundo, Martini pidió pochas con almejas, y Portela merluza a la koskera. Durante los primeros cinco minutos, Paco se interesó por cómo le iban las cosas por el quiosco; luego, en plan jocoso, le habló del incidente con el presidente y el profesor de la escuela de negocios, y a la segunda copa ―cuando vio que Martini se empezaba a poner alegrito―, cambió de tercio y comenzó a preparar el plan para llevarlo a su terreno, a base de halagos, que suele ser la fórmula más segura para conseguir el objetivo que uno se propone.

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“Los pinares de la sierra”, 149

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3.- Martini Rojo un valioso elemento para el plan.

En aquel momento lo encontró muy ocupado, y en vista de que no podrían hablar con tranquilidad, cogió una ejemplar de La Vanguardia, le entregó el importe, y le dijo al oído, como si se tratara de un secreto de estado.

―Me ha surgido un asunto que te puede interesar. Se trata de algo importante del que sacaremos una buena tajada y me he acordado de ti. Ahora no te lo puedo decir, pero te espero a comer en El Geltoki a las dos y media. No faltes, por favor. Pero no te presentes allí con esa boina, que tú eres capaz.

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“Los pinares de la sierra”, 148

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

2.- El peligro de contar con Roderas y Mercader.

No obstante, a medida que se acercaba la fecha, lo veía todo cada vez más negro. Disponía de poco más de una semana para hacer las gestiones más difíciles y preparar la actuación del equipo en la finca. Roderas le había dicho que una gran estafa era como representar una obra de teatro en la que todos los personajes dominan su papel: el captador, el bueno, los tapados, el cebo…, todos excepto el “palomo”, que acaba desplumado. El timador profesional nunca se sabe cuándo miente o dice la verdad ―le había dicho Roderas―. Aún tenía que hablar con Velázquez y la señorita Claudia, pedirle presupuesto al de la imprenta, ensayar escena por escena, corregir los errores y evitar que, en el último momento, nadie se echara atrás por miedo a dar con sus huesos en el trullo.

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Mi cuaderno de verano, y II

Por Mariano Valcárcel González.

“La primera escuela” suena como aquella película sobre los guardias civiles, titulada “El primer cuartel”, y es que así puse a mi colaboración en el cuaderno ya presentado parcialmente en entrega anterior. La fotografía es del año 71 y me presenta muy joven y con abundante pelo (¡quién lo diría!) tras un grupo de 27 chicuelos de segundo de EGB (se estaba experimentando esta reforma, la última con cierto sentido y eficacia de todas las posteriormente emprendidas).

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“Los pinares de la sierra”, 147

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

1.- Consumar una estafa es como representar una obra de teatro.

Salió del despacho casi a las cuatro de la mañana y, como imaginaba que a aquellas horas no le sería fácil encontrar a Fandiño, esperó al día siguiente para llamarlo desde el despacho y, de paso, ahorrarse el importe de la conferencia. Media hora antes de que llegara el resto del personal, ya estaba en la oficina con el teléfono en la mano, marcando el número que el gallego le había dejado antes de darse a la fuga. Al principio, nadie atendió la llamada. Tuvo que insistir varias veces hasta que contestó una voz de mujer, que intentó eludir la situación, hasta que Paco le dijo que se trataba de un asunto muy grave, y mencionó el nombre de Donato Gálvez.

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Mi cuaderno de verano, I

Por Mariano Valcárcel González.

Hace años, cuando estaba todavía en activo en el servicio de Educación de Adultos en Úbeda, realicé una experiencia con algunas alumnas del nivel básico que os voy a exponer sucintamente y, desde luego, sin descubrir la identidad real de las mismas, sólo alguna de sus circunstancias y lo que ellas mismas escribieron para el trabajo resultante.

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Magna Procesión General 2018 de Úbeda (Jaén)

Por Fernando Sánchez Resa.

La vida nos va llevando por derroteros insospechados que hacen enriquecer nuestra experiencia, si sabemos aceptar que no siempre estamos en posesión de la verdad y de toda la razón…

Valga esta filosófica parrafada para exponer lo que yo he aprendido (o a la conclusión a la que he llegado) durante esta Semana Santa 2018, en la simpar ciudad de Sevilla, aprovechando que es la primera que paso como residente en este bendito lugar, aunque siempre sin olvidar la nostalgia y la pena de no poder presenciar la de mi tierra ubetense.

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“Los pinares de la sierra”, 146

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

8.- Portela, si me engañas vas a tener problemas.

Salieron las chicas y dirigiéndose de nuevo a Paco, volvió a tomar el hilo de la conversación.

―¿Te han gustado? No me digas que no; que he visto cómo las mirabas. ¿Quieres que te preste mañana el despacho y te ocupas tú de los contratos? Este es un lugar discreto; tienes whisky, un sofá…, chicas… ¿Qué más puedes pedir? Una cosa, Portela; ¿por qué no dejas el asunto de las parcelas y trabajas para mí?

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“Los pinares de la sierra”, 145

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

7.- Las “gogó”.

Gálvez encajó el golpe y, afortunadamente, reaccionó con buen humor.

Portela, eres un artista. Hay que ver lo bien que te explicas. Algunas veces, cuando te veía hacer trampas en el sorteo y engatusar a algún primo, me daban ganas de interrumpir el espectáculo y decirte que me enseñaras la papeleta que escondías detrás de la carpeta. Que conste que si no lo hice fue porque me caes bien y todo aquello me divertía. Eres un cabronazo, pero he de admitir que tienes clase.

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