Por Dionisio Rodríguez Mejías.
4.- Ganando a Martini para la causa.
Hacía un buen rato que Paco lo esperaba sentado en una mesa solitaria, en un rincón del comedor, con una caña de cerveza y mirando la carta. Era evidente que no era la primera vez que visitaba el establecimiento, porque cuando la señora intentó disculparse por su error, apareció el dueño, llamó a Paco por su nombre, con gran familiaridad, y le leyó los platos que estaban fuera de la carta. De primero tomaron jamón de Jabugo y pimientos de piquillo; y de segundo, Martini pidió pochas con almejas, y Portela merluza a la koskera. Durante los primeros cinco minutos, Paco se interesó por cómo le iban las cosas por el quiosco; luego, en plan jocoso, le habló del incidente con el presidente y el profesor de la escuela de negocios, y a la segunda copa ―cuando vio que Martini se empezaba a poner alegrito―, cambió de tercio y comenzó a preparar el plan para llevarlo a su terreno, a base de halagos, que suele ser la fórmula más segura para conseguir el objetivo que uno se propone.