“Los pinares de la sierra”, 156

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

2.- Fácil como el toreo de salón.

Al día siguiente, a última hora de la tarde, llegó Fandiño a las oficinas de Edén Park, vestido de luto riguroso. Aquellos días de ausencia habían caído sobre él como si fuesen años. Estaba tan delgado que, con aquel traje negro, la corbata y sin afeitar, parecía un espectro de ultratumba. Le dijo a Paco que llevaba noches enteras sin dormir, muerto de miedo y dándole vueltas al problema. Le aterrorizaba pensar que debía encontrarse con un salvaje como Gálvez, que era capaz de cometer cualquier barbaridad.

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