Por Dionisio Rodríguez Mejías.
1.-Jugando de farol.
Cuando el peligro que nos amenaza es superior a las propias fuerzas, y el miedo que sentimos se impone al que podemos soportar, de buena gana renunciaríamos al enredo en que nos hemos metido. Pero el sentido del deber nos exige que avancemos sin mirar hacia atrás, con la única esperanza de salvar nuestra dignidad como personas, aunque nos sintamos huérfanos de la seguridad y confianza necesarias.