Por Mariano Valcárcel González.
Alguien, no voy a decir ni el quién ni el cuándo, me facilitó sin yo pedírselo dos certificados de sendos cursos de verano en universidad prestigiosa que me podían suponer varios puntos para inflar mi currículo de actividades de perfeccionamiento y, por ende, un posible plus salarial.
Ni se me pasó por la cabeza utilizar esa documentación falsa, pues yo ni había asistido ni había aportado trabajo o informe alguno. Cuando utilicé certificaciones de actividades, cursos o cursillos lo fue porque las había realizado o a las que había asistido. Si se me compensaba con cierto aumento de sueldo, lo consideré siempre como cosa justa y necesaria. Por cierto, nunca comprendí a los “puristas” que se sentían muy ofendidos e incluso se negaban a que se diesen esos supuestos, alegando no sé qué discursos de integridad pedagógica (o de no ser manejados en su autonomía). Bueno, miento; sí que los comprendía, pero no quería entenderlo, por el trasfondo que rezumaban.