“Los pinares de la sierra”, 153

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

7.- Martina, la guapa y escultural pelirroja.

Se fue hacia la oficina algo intranquilo. Cada vez quedaba menos tiempo para que se cumpliera el plazo otorgado por Gálvez, y no paraba de darle vueltas a la cabeza pensando que el cliente que proponía María Luisa no le terminaba de gustar. Para andar entre cosas de difuntos hacía falta un talante especial, y él prefería mantenerse alejado de las cosas del más allá, no por miedo, sino por respeto. No creía que girar un paraguas en un lugar cerrado acarreara mala suerte, o que romper un espejo supusiera siete años de mala salud; pero, si se encontraba por la calle con un gato negro, cruzaba los dedos.

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