Tesis, Antítesis, Síntesis y las Autonomías

Por Salvador González González.

La dialéctica histórica formulada por Hegel en el siglo XIX, que trataba, según su concepción filosófica, de explicar cómo funcionaba el acontecer en la historia, es decir, tenía la pretensión de buscar una ley que sirviera para explicar como funcionaban los hechos históricos que surgían en el tiempo.

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“Los pinares de la sierra”, 123

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

4.- La preocupante llamada del director.

Unos días más tarde, coincidí con Martini en el ascensor. Al contrario de cómo se había comportado en su actuación con el instructor de AMDE, aquella tarde parecía serio y preocupado. Llevaba unos pantalones vaqueros, gastados y descoloridos, como si los hubiera lavado cientos de veces, y unas zapatillas deportivas viejas y asquerosas. Si bien sus ideas de un ecologismo, primitivo y progresista, habían despertado la simpatía de sus compañeros de equipo, no habían conseguido la misma acogida entre la dirección. Sabía que lo esperaba el director comercial y se presentó en su despacho, sin pedir permiso.

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“Los pinares de la sierra”, 122

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3.- Dudas fundamentadas.

En los últimos tiempos, la precavida conducta de Fandiño no pasó inadvertida para los miembros de su equipo. A pesar de ser un hombre reservado, el gallego había comentado en alguna ocasión sus sentimientos por Lucía y sus proyectos de futuro; pero sabían también el miedo que le tenía al señor Gálvez. Es decir que, cuando los vendedores se presentaron en la oficina y se les informó de que Fandiño se había marchado a Galicia con urgencia, se olieron que algo raro pasaba, y les pareció muy sospechoso aquel viaje tan imprevisto. Movidos por la curiosidad, algunos se interesaron por lo ocurrido y otros sonrieron con malicia, imaginando cuáles eran las razones de su ausencia.

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“Los pinares de la sierra”, 121

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

2.- La inquietante presencia del señor Gálvez.

Gálvez utilizaba un tono, entre guasón y suspicaz, que hacía dudar a Fandiño de si realmente tenía intención de vender, o simplemente se trataba de una prueba, para asegurarse de que su amigo era capaz de vender sus parcelas, tal y como le había prometido. Pero bien mirado, aquello era –a todas luces– imposible. Para conseguir una mayor comisión, le “encolomaron” (ese era el verbo que se utilizaba para los grandes chanchullos) unos terrenos, frente a un arroyo seco, casi un barranco, que por su gran dificultad de venta estaban premiados con una prima doble. Fandiño miró el reloj, recogió el “Ciento veinticuatro” del aparcamiento y, escudándose en lo avanzado de la hora, se despidió de su jefe.

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Historias bíblicas – El paciente Job

Por Mariano Valcárcel González.

La historia del Libro de Job es una de esas en que uno sale pensando si lo que se cuenta es para aleccionarnos, acojonarnos o, meramente, es tan desatinada que mejor pasarla por alto como mera conseja de vieja ante la chimenea, en una noche invernal. Porque partimos de la existencia de un probo y honesto –a la vez que próspero– ganadero, beduino posiblemente en la tierra del desierto del Negeb actual, en el embudo que desemboca en el Mar Rojo; zona que denominaban “la tierra de Uz” en Edom, porque obviamente este personal no usaba de poblados ni ciudades.

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“Los pinares de la sierra”, 120

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

1.- La huida de Fandiño.

Por más que la empresa tratara de ocultarlo, era evidente que la situación había cambiado. Se había perdido el optimismo de meses anteriores y el equipo tenía un aire tristón incrementado por la morriña. Roque Fandiño esperaba impaciente la llegada del verano para marcharse a su tierra con Lucía Cantarilla, que ya había empezado a hacer las gestiones previas para la instalación del nuevo restaurante en Mondoñedo.

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Dos nuevas y lindas exposiciones

La galería de arte “Félix Gómez”, sita en la calle Morería nº 6 de la capital hispalense, vuelve a dar muestras de su tozuda apuesta por la pintura figurativa de autores de cualquier latitud española (a pesar de que la echaron de Arco por ello), pero siempre abogando por el tándem calidad-variedad.

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Inmersión lingüística en Cataluña y otros imitadores territoriales

Por Salvador González González.

Comienzo, dejando bien claro, que me parece muy positiva la recuperación de las lenguas vernáculas maternas que hay en nuestra piel de toro (empleo a propósito este atributo referido a España, porque al igual que tantas otras cosas, han aparecido enemigos de la tauromaquia, unos con argumentos animalistas, tan respetables, como los contrarios; otros simplemente por atacar a todo lo que suene como español; esto ya es más lamentable, porque los toros puede que, sin hacer nada en contra, pierdan pujanza o no; basta con que las personas dejen o no dejen de ir en base a su libre albedrio ya se verá, no es de recibo, ir a acabar con él, porque sí, manteniendo de contrario espectáculos con menos arte, más crueles e inhumanos).

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“Los pinares de la sierra”, 119

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

6.- La puntilla.

A la vista de que tenía perdido el debate, el señor Romero cambió de táctica, miró a la concurrencia con expresión serena y le echó a Martín una mano por encima del hombro, de igual a igual, como dos amigos de la infancia.

―Mira, Martín, quizás hemos empezado con mal pie, pero no quiero parecer desconsiderado contigo; te aseguro que, debido a mi profesión, he conocido a muchas personas en mi vida. Ejecutivos y agentes de ventas a los que no les permitiría que regaran mis macetas en vacaciones; en cambio, tú y yo podríamos ser buenos amigos. ¿Sabes por qué? Porque, aunque estoy convencido de que te equivocas, me pareces una persona buena y decente. Y quiero decirte una cosa más: si haces bien este trabajo, si pones atención y sigues mis instrucciones, podrás llegar muy lejos en la vida.

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