“Los pinares de la sierra”, 122

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3.- Dudas fundamentadas.

En los últimos tiempos, la precavida conducta de Fandiño no pasó inadvertida para los miembros de su equipo. A pesar de ser un hombre reservado, el gallego había comentado en alguna ocasión sus sentimientos por Lucía y sus proyectos de futuro; pero sabían también el miedo que le tenía al señor Gálvez. Es decir que, cuando los vendedores se presentaron en la oficina y se les informó de que Fandiño se había marchado a Galicia con urgencia, se olieron que algo raro pasaba, y les pareció muy sospechoso aquel viaje tan imprevisto. Movidos por la curiosidad, algunos se interesaron por lo ocurrido y otros sonrieron con malicia, imaginando cuáles eran las razones de su ausencia.

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