El falo que adornaba a la emperatriz

Por José del Moral de la Vega

Hay un relato en las memorias inéditas del señor de Miramontes (don Álvaro de Azuaga), que figura como un hecho milagroso atribuido a la Virgen de Guadalupe.

Doña Bárbara de Zúñiga, esposa del de Miramontes, sufría de un mal sin tratamiento alguno. De su noveno parto, le quedó un flato engolfado en el bajo vientre que la obligaba a marchar muy estirada, como con altivez, y cuando se sentaba o levantaba, le salían unas ventosidades incontenibles, agudas y muy armoniosas, casi aflautadas. Ruidos que provocaban en los presentes, al principio, asombro y, después, una risa incontenible.

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