Por Dionisio Rodríguez Mejías.
1.- Un lamentable error.
Cada miércoles, a las ocho de la tarde, se reunían los equipos con sus jefes para revisar el proceso, pulir detalles, encumbrar a los que últimamente habían obtenido buenos resultados y espolear a los que llevaban algún tiempo sin vender. No era tarea fácil conseguir que unos aprendices de pícaros pudieran ganarse la confianza de unos desconocidos y, en un par de horas, les “colocaran” la mayor compra de su vida, después de la vivienda. A muchos compañeros, les resultaba agotador aquel proceso y eran contados los que tenían constancia y fortaleza para soportar las exigencias del sistema.