Ser nieto a los treinta

Despedida de mi abuela Paquita.

Son el niño y el anciano dos almas parecidas. El padre severo se dulcifica ante el nieto, comparte sus juegos, se convierte en su aliado, burlando las prohibiciones paternas. Cuando el niño se transforma en adolescente, nieto y abuelo se separan. Sus esferas son distintas. Sean por un lado los estudios, el traslado a una universidad lejana, sean por otro los intereses de comunión con otros jóvenes, el caso es que el nieto olvida al abuelo y, éste, aún anhelante de sus visitas, de sus momentos y conversaciones compartidas, entra en su declive final y muere, si no lo ha hecho antes, durante los años infantiles del nieto.

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